Benavente volvió a demostrar que es una ciudad que late al ritmo de la solidaridad. La quinta edición de la carrera organizada por el Colegio Virgen de la Vega, en colaboración con Save the Children, convirtió las calles de la ciudad en un río humano en el que participaron multitud de familias, un verdadero éxito de participación que superó todas las expectativas.
Desde primera hora de la tarde, el entorno del centro educativo se llenó de color, dorsales solidarios y nervios. A las 16:30 arrancaron los andarines, un pelotón variado en el que se mezclaban abuelos, padres, bebés en cochecito y niños. Media hora después, a las 17:00, fueron los corredores quienes tomaron el relevo para completar un circuito de unos dos kilómetros que recorrió las arterias principales de Benavente.
La prueba, concebida como una iniciativa abierta a toda la ciudad, volvió a poner en el centro el compromiso del alumnado con las realidades que viven otros niños en el mundo. “Queremos que experimenten el valor de ayudar a los demás”, recordaba el profesor Luis Javier de Oña, uno de los coordinadores de la actividad junto a Soraya Bécares.
Y lo lograron. Porque, más allá del ambiente festivo, el objetivo de la carrera era claro: recaudar fondos para combatir la desnutrición infantil y apoyar a menores que viven atrapados en conflictos armados, dos de las líneas prioritarias de Save the Children.
Mientras las zancadas avanzaban y las calles se llenaban de solidaridad, quedaba claro que la carrera era mucho más que deporte: era un gesto colectivo, un recordatorio de que Benavente sabe movilizarse cuando se trata de proteger a la infancia más vulnerable.
