El Festival de Folklore llena el Teatro Reina Sofía

Benavente vivió esta noche un verdadero viaje por el folklore del mundo sin necesidad de salir de la ciudad.

Benavente se convirtió esta noche en un cruce de culturas y ritmos en el Teatro Reina Sofía, donde el Segundo Festival Internacional de Folklore reunió a más de 110 artistas de cuatro países en un espectáculo que colgó el cartel de aforo completo.

La velada comenzó en la calle, con un pasacalles que arrancó en la Casa de Cultura y recorrió las calles Herreros, Plaza Santa María y La Rúa. Vecinos y curiosos se asomaban para acompañar y capturar con sus móviles el desfile de músicos y bailarines que, entre tambores, violines y cánticos, invitaban a todo el pueblo a sumarse a la fiesta.

Ya en el Reina Sofía, convertido por unas horas en escenario del mundo, fueron los músicos y danzantes de Hungría quienes abrieron el programa. Polcas y melodías de Europa Central, ejecutadas con violines y viola, arrancaron los primeros aplausos de un público entregado.

Después llegó el turno de Guinea-Bissau, con sus ritos africanos llenos de fuerza y energía. La percusión marcó un ritmo hipnótico, acompañado de máscaras y vestimentas artesanales que transformaron el escenario en un auténtico ritual comunitario.

La tercera parada llevó al público hasta los Balcanes con las danzas de Macedonia del Norte. Llenas de luminosidad, cercanas al folclore griego, estas coreografías conquistaron por su vivacidad y contagiosa alegría. El presentador, Antonio Martín, bromeó en ese momento con una comparación inesperada: “Macedonia y Benavente se parecen… en los pimientos rojos que nos hermanan”, provocando sonrisas cómplices entre los espectadores.

El broche de oro lo puso Colombia, con un homenaje a la cumbia. Entre ritmos vibrantes y coreografías coloridas, lograron que el público no solo aplaudiera de pie, sino que incluso acompañara con palmas y coro final. “En Colombia bailan hasta en la cola del banco”, había adelantado Martín, y la predicción se cumplió: el Reina Sofía entero acabó cantando y moviéndose al compás.

La iniciativa busca consolidarse como una cita anual. Y a juzgar por el entusiasmo del público, que llenó cada butaca del Reina Sofía, lo está consiguiendo.

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