
El Teatro Reina Sofía de Benavente vivió en la noche del sábado un concierto para el recuerdo. La Banda de la Cuesta dijo adiós a los escenarios rodeada de su gente, de música compartida durante décadas y de un profundo sentido solidario, en un evento organizado junto al Centro de Estudios Ledo del Pozo cuya recaudación se destinó a la Asociación Española Contra el Cáncer.
Desde el inicio quedó claro que no sería un concierto cualquiera. El responsable musical del CEB Ledo del Pozo, recordó que el concierto nacía del deseo expreso de la propia banda de donar íntegramente su caché y parte de la recaudación a la AECC, en una noche pensada para ayudar y para poner en valor la música local.

Ya sobre el escenario, uno de los integrantes recordó la estrecha relación personal y musical de la banda con el Teatro Reina Sofía, evocando actuaciones que se remontan a finales de los años setenta y a distintas galas solidarias celebradas en este mismo espacio.
“Colaborar con una causa tan injusta a quien le toca y es justo que colaboremos todos”, señalaron los músicos.
Musicalmente, el concierto fue un repaso a versiones emblemáticas del pop y el rock, interpretadas con la complicidad de quien lleva toda una vida tocando junto. Hubo también espacio para las sorpresas. Una de las más celebradas fue la participación de “doña Juana”, que afrontaba apenas su segunda actuación en público y que conquistó al teatro con una interpretación excelente, compartiendo varias canciones con la banda.

En otro momento especial de la noche, el escenario se abrió a las nuevas generaciones con la aparición de Gael, un joven guitarrista que dejó claras sus maneras y su actitud, sumándose al concierto con frescura y personalidad, en un simbólico relevo entre pasado, presente y futuro de la música local.

La Banda de la Cuesta —con Ángel Martínez, Jesús Cadenas y Tomás Fernández a la guitarra y voz, Víctor González al bajo y Gonzalo de la Huerga a la batería y voz— se despidió así de los escenarios dejando una sensación compartida de gratitud. No fue un adiós triste, sino una celebración de la amistad, de la música hecha en casa y del compromiso con una causa que importa.





