
Cada 10 de septiembre se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una fecha instituida por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) y respaldada por la Organización Mundial de la Salud, con el objetivo de concienciar a la sociedad, reducir el estigma y promover acciones que salvan vidas.
El panorama en Castilla y León
En la comunidad de Castilla y León los suicidios suponen un serio problema de salud pública. En 2024 se registraron 197 muertes por suicidio, de los cuales 153 fueron hombres y 44 mujeres, de acuerdo a los datos del INE.
Por grupos de edad, hay una muerte de una niña en el grupo de uno a catorce años; y 12 en el de entre 15 y 29 años.
Aunque las cifras pueden fluctuar ligeramente de un año a otro, en los últimos diez años se han acumulado más de 2.200 defunciones por esta causa en la comunidad, lo que sitúa una media de más de 200 casos anuales.
Estas cifras contrastan con el número estimado de intentos de suicidio que, según diversas fuentes, puede multiplicar varias veces la cifra de los consumados, aunque los datos oficiales de los intentos son más difíciles de precisar.
¿Y en Zamora?
En la provincia de Zamora los datos disponibles apuntan a que hay una decena de suicidios cada año. En 2023, por ejemplo, se registraron 8 muertes voluntarias por suicidio, y en la última década la cifra acumulada superó las 180 muertes.
Aunque el número absoluto no es elevado, sugiere varios elementos de preocupación:
- Tamaño de la población: Zamora es una de las provincias con menor densidad demográfica de España. Por tanto, cada caso tiene un impacto relativo proporcionalmente mayor y una visibilidad más clara en la comunidad.
- Desafíos rurales y del envejecimiento: estudios recientes muestran que vivir en zonas rurales puede asociarse a una mayor tasa de suicidio masculino, lo cual orienta la prevención a abordar el aislamiento, la falta de acceso a servicios de salud mental, el envejecimiento de la población y las dificultades socioeconómicas en áreas menos pobladas.
- Estancamiento de la tendencia: aunque Castilla y León ha impulsado en los últimos años estrategias de prevención de la conducta suicida, las cifras en Zamora no revelan una clara disminución sostenida del problema. Esto invita a reflexionar sobre la necesidad de estrategias más focalizadas y adaptadas a la realidad rural.
Sin embargo, los intentos de suicidio son mucho más numerosos y representan una llamada de atención constante: en 2024, el servicio de emergencias 1-1-2 atendió en la provincia de Zamora 214 llamadas relacionadas con intentos de suicidio.
Estrategias de prevención: el camino a seguir
Castilla y León ya ha puesto en marcha una Estrategia de Prevención de la Conducta Suicida, con un abordaje integral que contempla la detección precoz, la atención psicológica, el seguimiento de las personas en riesgo, y la coordinación de servicios sanitarios, sociales y comunitarios.
Algunas claves para reforzar la prevención en Zamora podrían ser:
- Mejorar la accesibilidad a los servicios de salud mental, especialmente en zonas rurales o despobladas: fomentar la atención domiciliaria, la telemedicina o el apoyo en centros de salud de zona, con profesionales preparados para la detección de ideación suicida.
- Crear redes de proximidad y apoyo comunitario: combatir el aislamiento social mediante iniciativas de encuentros comunitarios, grupos de ayuda mutua o voluntariado, y mejorar la conexión entre las personas mayores y el resto de la sociedad.
- Campañas de sensibilización adaptadas al rural: promover acciones que reduzcan el estigma de pedir ayuda para problemas emocionales o psicológicos, dirigidas en particular a hombres (que representan la mayor parte de los casos consumados) y a personas mayores o aisladas.
- Formación a profesionales locales (médicos de Atención Primaria, personal de servicios sociales, agentes de primera respuesta, líderes comunitarios) para que puedan detectar señales de alerta y derivar a recursos especializados con rapidez.
- Impulsar programas de postvención: cuando ocurre un suicidio, es clave que los servicios de salud mental y las instituciones locales acompañen a la familia, amigos y comunidad afectada para reducir el riesgo de contagio emocional (el llamado “efecto Werther”) y para ofrecer apoyo emocional y psicológico.
Conclusión
El suicidio es una tragedia evitable, y el Día Mundial para la Prevención del Suicidio nos recuerda cada año que la sociedad —tanto a nivel institucional como comunitario— puede intervenir para salvar vidas. En una provincia como la de Zamora, con su población envejecida, dispersa y en muchos casos aislada, es fundamental adaptar las estrategias de prevención a la realidad local, reforzar el acceso a la salud mental y fomentar la solidaridad social.
Hoy, en este día de concienciación, vale la pena preguntarse: ¿qué podemos hacer en nuestro entorno para que nadie se sienta obligado a enfrentar solo sus momentos más oscuros?






