
A las 21:30 de este miércoles 23 de julio, la plaza del Ayuntamiento de Santa Cristina de la Polvorosa volvió a llenarse de vida, emoción y aplausos para dar el pistoletazo oficial de salida a las fiestas. El tradicional pregón, acompañado de pastas, limonada y el esperado chupinazo, congregó a vecinos, peñas, visitantes y autoridades en una cita que, como bien recordó el alcalde Salvador Domínguez Lorenzo, es «el día más bonito de las fiestas».
El pregón comenzó con un emotivo homenaje a los vecinos fallecidos durante el año, en especial a Alvarito y Emiliano, a quienes se dedicó un cálido aplauso en lugar del clásico minuto de silencio.
Uno de los momentos más vibrantes del acto fue la entrega del escudo del municipio a jóvenes promesas y figuras destacadas del pueblo. Entre ellos, el pequeño gran piloto Marco González “Rayo”, que no se cansa de conseguir podios en campeonatos autonómicos y nacionales de motociclismo. Su gesta deportiva y sus raíces familiares en Santa Cristina fueron reconocidas con entusiasmo por parte de todos los presentes.
El acordeón, símbolo sonoro de tantas fiestas pasadas, también tuvo su merecido homenaje. En nombre de Liborio, el músico popular del pueblo, su nieto Óscar recogió emocionado el escudo que entregó el concejal. En sus palabras, evocó cómo la pasión musical ha pasado de generación en generación.
Pero el momento central fue el discurso de la pregonera de este año, la doctora Asunción Rubio, cuya vida profesional y personal ha estado siempre estrechamente ligada al pueblo. En un discurso cercano, honesto y cargado de humanidad, recordó sus inicios en la escuela del pueblo, su marcha para formarse como médica, y su regreso, que definió como un reencuentro con sus raíces. Su implicación con el Centro de Alzheimer de Benavente, del que es presidenta, fue reconocida por el alcalde como una muestra de compromiso y generosidad ejemplar.
«En lo personal no he hecho nada extraordinario, solo vivir en este pueblo con la gente que me ha hecho sentir en casa», afirmó Rubio con humildad. También tuvo palabras para su familia, compañera constante en sus «proyectos y locuras», y dirigió una advertencia médica simpática a los jóvenes: «Disfrutad de las fiestas, pero con cabeza».
El pregón concluyó con la entrega del escudo municipal a la doctora Rubio y, como colofón, fue ella la encargada de encender la mecha del chupinazo, dando paso al desfile de peñas por las calles del municipio, animado por la energía inconfundible de la electrocharanga “Motociclones”.
La noche fue, como cada año, una celebración del alma colectiva de Santa Cristina: su gente, sus tradiciones, su memoria compartida y su inquebrantable espíritu festivo. Comienzan así unos días de alegría, reencuentros y emoción, en los que la patrona vuelve a reunir a todos bajo el mismo grito:
¡Viva Santa Cristina!











