La diócesis de Zamora presenta su balance económico con un superávit y reafirma su compromiso con la transparencia

El obispo Fernando Valera y el ecónomo diocesano José Manuel Chillón destacan que la Iglesia de Zamora ha pasado del déficit al superávit gracias a una gestión responsable, abierta y al servicio de los pueblos

La diócesis de Zamora ha presentado su balance económico anual, mostrando una situación saneada y con superávit tras años de déficit estructural. El obispo Fernando Valera y el ecónomo diocesano José Manuel Chillón ofrecieron los detalles en un acto marcado por un mensaje de transparencia, austeridad y compromiso con la sociedad zamorana.

El obispo recordó que cada año, con motivo del Día de la Iglesia Diocesana, la institución quiere mostrarse como “una casa de cristal, una casa de transparencia”. Explicó que el lema de este año, “Tú también puedes ser santo”, tiene una lectura económica y social: “La economía también es una llamada a la santidad. Nuestra economía está al servicio de Zamora, al servicio de esta iglesia pequeña, pero con una gran vocación de servicio”, señaló Valera, subrayando la importancia de una gestión limpia y participativa.

Valera destacó que desde su llegada a la diócesis hace cinco años se ha recorrido “un camino de transparencia y buen gobierno”, en el que se ha roto con “estructuras de conformismo” para avanzar hacia una Iglesia más abierta. “Nuestra economía está al servicio de Zamora y de su gente”, afirmó. El prelado insistió en que no se trata solo de cifras, sino de una actitud espiritual: “La santidad es la mística de lo ordinario, la vivencia del día a día con amor y compromiso hacia los demás”.

Por su parte, el ecónomo diocesano José Manuel Chillón explicó que las cuentas “no son solo números, sino cifras con corazón”, porque detrás de ellas “hay familias, voluntarios, sacerdotes y trabajadores que hacen posible la vida de la Iglesia”. Subrayó que “todo en Zamora es pequeño, pero nada es insignificante”, y que la labor de la diócesis “se nota especialmente en los lugares donde los demás ya no están”.

Chillón señaló que las aportaciones directas de los fieles rondan los 30.000 euros, mientras que la asignación de la X en la declaración de la renta genera unos 210.000 euros mensuales procedentes de la Conferencia Episcopal. Además, la diócesis ha invertido más de un millón de euros en patrimonio, con actuaciones en templos y edificios religiosos, y ha vendido o cedido inmuebles en desuso a instituciones públicas y ayuntamientos para darles un uso social o comunitario. “Muchos de esos bienes eran una carga. Hoy sirven a los pueblos, generan vida y dejan de costar dinero”, explicó el ecónomo.

El obispo recordó que cuando llegó a Zamora existía un déficit estructural de 650.000 euros, que se ha eliminado con medidas de austeridad y una gestión prudente. “Cuando una viuda con una pensión mínima da un euro, tiene derecho a saber dónde va ese dinero, cómo se utiliza y qué se hace con él”, destacó Valera, reforzando el mensaje de responsabilidad y rendición de cuentas.

El ecónomo apuntó que los beneficios financieros alcanzan los 800.000 euros, y que la diócesis de Zamora es la que menos tiene invertido en renta variable de toda España, apenas un 8%, lo que garantiza la seguridad de los fondos. “El dinero de la diócesis está a buen recaudo, porque se ha pasado de inversiones arriesgadas a productos garantizados”, señaló Chillón.

Ambos insistieron en que la Iglesia no funciona como una empresa, pero que aplica criterios de gestión responsable. Chillón explicó que “no queremos que se vea como la economía de una Iglesia triunfadora, sino como la de una Iglesia en camino, que se equivoca, aprende y vuelve a empezar”.

Uno de los ejemplos más destacados de este nuevo modelo de gestión es el Seminario de Toro, que durante años acumuló pérdidas y ahora se mantiene abierto gracias a un acuerdo con el Ayuntamiento. “Hemos perdido gasto, hemos ganado en patrimonio y hemos recuperado un espacio para la sociedad”, afirmó el ecónomo.

El obispo concluyó su intervención recordando que “una casa de cristal deja ver todo lo que ocurre dentro y eso implica estar abiertos a la crítica y a la mejora continua”. Aseguró que cada decisión económica se toma de forma colegiada, con la participación de laicos, religiosos y técnicos del Consejo de Asuntos Económicos, y reiteró que “todas las decisiones son comunes y tomadas en conjunto”.

La diócesis de Zamora cierra así un año de equilibrio financiero, consolidando un modelo económico basado en la transparencia, la corresponsabilidad y el servicio a los pueblos, con el objetivo de seguir siendo una Iglesia abierta, dialogante y comprometida con Zamora y su gente.

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