La Iglesia parroquial de San Benito en Zamora permanecerá cerrada temporalmente tras la inspección técnica realizada el 28 de noviembre de 2025, que detectó patologías estructurales significativas en la cubierta del templo. La medida, tomada por la Diócesis de Zamora, busca garantizar la seguridad de los fieles y trabajadores del edificio, mientras se realizan estudios más detallados sobre las posibles actuaciones de reparación.
Riesgo estructural y medidas inmediatas
El obispado comunicó que la nave principal del templo no ofrece garantías de seguridad, por lo que se prohíbe el acceso a la zona afectada. Para asegurar la continuidad de la vida pastoral, el culto se trasladará a la capilla anexa, que permanece estable y accesible.
Una comisión diocesana, integrada por el párroco, el gerente-ecónomo, el delegado de Cultura, Patrimonio y Sociedad, el vicario general, el arquitecto diocesano y el obispo, ha analizado el informe técnico y ha decidido iniciar de inmediato un estudio detallado que permita definir las soluciones más adecuadas.
Historia y valor patrimonial de San Benito
Aunque relativamente reciente, la iglesia de San Benito forma parte de la memoria cristiana y del paisaje urbano de Zamora. La comunidad benedictina se estableció en 1961 y el proyecto arquitectónico del templo fue diseñado por Alfonso Crespo Gutiérrez en 1967. La iglesia fue consagrada en 1969 por el abad general de la Congregación Sublacense Benedictina.
Los materiales empleados destacan por su sencillez y funcionalidad, con cerramientos de ladrillo, tabiquería interior y cubierta de teja plana sobre forjado cerámico apoyado en estructura metálica, según el historiador Rafael-Ángel García Lozano.
En 1976, la comunidad benedictina consideró trasladarse ante el crecimiento de la ciudad, abandonando el templo en 1979 y cediendo los terrenos a la Diócesis. En 1987 se decretó la erección de la parroquia bajo la denominación de San Benito, consolidando su papel en la vida religiosa local.
Compromiso con la seguridad y la comunidad
El obispado de Zamora subraya que la clausura temporal del templo es una decisión prudente y responsable, priorizando la seguridad de las personas y la continuidad de la vida pastoral. Las actividades de la parroquia se trasladarán a la capilla y salones parroquiales, asegurando que la comunidad pueda seguir reuniéndose, rezando y celebrando su fe.
La Diócesis agradece la comprensión de los fieles y anima a vivir este periodo como una oportunidad para fortalecer la unidad, la confianza y la esperanza, poniendo en primer lugar la protección de las personas y el bien común de la Iglesia diocesana.
