COMARCA

Artista de la guitarra y la forja

Francisco Gallego Neira, del dúo los Dos Españoles, fabrica armaduras medievales a tamaño natural de casi 200 kilos de peso

Cuando Francisco Gallego Neira, Paco el del dúo musical «los Dos Españoles», comenzó a fabricar una armadura medieval no sabía bien el esfuerzo que iba a tener que hacer. Horas y horas de trabajo con el hierro en frío, el martillo y el yunque, también la máquina de soldar.

En el improvisado taller de la planta baja de su casa, la del monumento al camionero en Sitrama de Tera, las acostumbradas manos del maestro de las cuerdas de guitarra han sido hacedoras de otras obras de arte también con mayúsculas, las realizadas con la forja del hierro.

Este tiempo de pandemia, el de la vuelta a la normalidad, le ha servido a Paco para sacar de sí mismo su faceta creativa sin olvidar por un solo momento la que forma parte de su propio ser, la musical. Se trataba de fabricar armaduras medievales y el empeño ha sido dedicar tiempo y tiempo hasta lograr una pareja de esculturas de caballeros de 1,90 metros de altura y entre 150 y 200 kilos de peso. Unas obras de arte que ya han sido bautizadas como don Pelayo y don Rodrigo en referencia a los personajes históricos.

Paco Gallego, en primer plano, junto a su hermano Isaac, posan junto a las armaduras

A base del moldeado del hierro en frío y con algunas indicaciones de su hermano Isaac Gallego, el otro componente del dúo musical «los Dos Españoles», Francisco Gallego comenzaba la procelosa tarea con fidelidad a las piezas originales. «Bueno, con algún que otro apunte personal» refiere Isaac al hacedor de las obras de arte, explicando que su aportación ha sido la de ser observador y en algunas ocasiones incordiador, ya que como refiere señalando a su hermano, «el artista es él».

Paco ha moldeado, ha doblado el hierro común en frío, las chapas de 3 milímetros de grosor a base de golpes y golpes con el martillo sobre el yunque. «Sólo se ha utilizado la radial y la soldadura» advierte explicando el proceso seguido para el corte de las piezas. Las manos del artista han llegado a reproducir fielmente las propias del caballero provisto de la armadura. Las varillas de tetracero expresan los dedos de la mano con total fidelidad. Ni que decir tiene el quijote o pieza de la armadura que protege la mano del caballero o la sobrevesta, la que defendía el codo, el brazal, el guantelete, incluso el mismo escarpe, el zapato del guerrero. Aunque lo más difícil de ejecutar ha sido la cabeza y el casco, «todo ha sido complicado» explica el artista sin dejar de reconocer que lo verdaderamente difícil ha sido comenzar una nueva armadura. «Lo que más me ha costado hacer es empezar el segundo porque ya sabía lo que me esperaba» refiriéndose Paco Gallego a las 8 horas diarias durante mes y medio de trabajo para completar una escultura. «A mi me parece una heroicidad que pueda hacerse esto con las manos en tan poco tiempo», advierte su hermano Isaac.

Las esculturas hechas, las armaduras listas y ya solo faltaba pintar del color de la sangre las insignias con las cruces de los caballeros templarios. Ah! y una capa de barniz para evitar la oxidación del hierro. Esto último porque el lugar elegido para ser expuestas, para ser vigías desde la privilegiada atalaya sobre la vega del Tera, se encuentra a expensas de las adversidades climatológicas, del viento, de los hielos, de la lluvia y del sol. No obstante, faltaba todavía un trabajo por hacer. Una dura faena consistente en instalar las pesadas esculturas en la terraza del primer piso del edificio dedicado al camionero, como recuerda el tema musical del monumento al camionero con el que tantos éxitos cosecharon «los Dos Españoles».

«Si estas esculturas se lanzaran al suelo, desde los 5 metros de la terraza donde se hallan instaladas, descuida que no se deformaban, únicamente harían un hueco sobre la tierra», asegura Isaac, y su hermano Paco, el artista de las obras, ríe complacido desde la atalaya, ese mirador junto a la carretera con vistas a la vega del Tera, a Sitrama, a Santibáñez de Tera y a la Sierra. Y como testigos y permanentes vigías las obras de arte, las armaduras bautizadas como Pelayo y Rodrigo bajo los pórticos almenados coronados por el actual escudo de Castilla y León. Todo en hierro como los pequeños tronos regios asentados frente a las armaduras altomedievales.

FOTOS: M. A. C.

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