Emoción, fe y alegría en la primera misa de Enrique Alonso en Benavente

El nuevo sacerdote, ordenado el sábado, celebra su primera eucaristía en San Juan con un mensaje de esperanza, cercanía y entrega

Benavente volvió a reunirse este domingo para acompañar a Enrique Alonso Silván, que celebró su primera misa en la parroquia de San Juan, un día después de haber sido ordenado sacerdote en la iglesia de Santa María la Mayor. El templo se llenó por completo en una ceremonia marcada por la fe, la emoción y la cercanía de un joven que ha cumplido su sueño de servir a Dios y a su pueblo.

Durante la homilía, Enrique ofreció un mensaje profundamente humano y esperanzador, en el que habló sobre la presencia constante de Dios en la vida cotidiana, incluso en los momentos más frágiles. Con humor reconoció que “a veces uno se siente pequeño, casi como un insecto”, pero añadió que “Dios habita también en esa pequeñez y llena la vida de su presencia”. El sacerdote recordó con emoción a su amigo y compañero Javier Prieto, fallecido este año, señalando que “aunque se caiga todo, el mal no va a prevalecer”, y añadió que “Dios siempre vence en las pequeñas batallas del día a día: cuando sonreímos sin ganas, cuando encontramos compañía en la soledad o cuando descubrimos que alguien nos quiere”.

En un tono cercano y contemporáneo, Enrique subrayó que “Dios se sirve de todo para comunicarse con nosotros: una persona, una sensación, una imagen, un whatsapp, una canción”. Incluso mencionó la conocida pieza de C. Tangana, Ateo, que se grabó en la catedral de Toledo, para ilustrar que los milagros se manifiestan “en lo concreto, en el amor de pareja, de amistad o de familia, donde Dios se dice para nosotros que es amor, relación y apertura al otro”.

En la parte final de su intervención, el nuevo sacerdote citó a Miguel de Unamuno y su obra San Manuel Bueno, mártir para expresar su compromiso con su pueblo. Recordó las palabras del autor: “Yo no debo vivir solo, ni morir solo; debo morir para mi pueblo”, una frase que resumió el espíritu con el que quiere ejercer su ministerio: entregado, fiel y cercano a la gente de Benavente. “Que el Señor nos ayude a conocernos y a dejarnos conocer por Él, a no tener miedo de alzar nuestras manos como Moisés y descubrir que siempre está con nosotros”, concluyó visiblemente emocionado.

Al término de la misa, el ambiente se llenó de alegría en los exteriores del templo con la música de la charanga Los Chumachos, que puso ritmo a la celebración. Los asistentes compartieron pastas y refrescos, en un gesto de fraternidad y agradecimiento que convirtió la jornada en una auténtica fiesta de fe. La primera misa de Enrique Alonso en Benavente fue, sin duda, un día para el recuerdo, en el que la emoción, la fe y la esperanza se unieron para celebrar el comienzo del camino pastoral de un sacerdote muy querido por su comunidad.

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