Discamino ya afronta los primeros kilómetros por tierras españolas que tienen dividido en tres tramos, Gerona-Pamplona, Pamplona- León y León Santiago. Ayer afrontaban la vigesimosegunda etapa La Junquera-Gerona que dejará a la expedición para la jornada de hoy sábado como de asueto. Son ya 2.632 kilómetros acumulados en las piernas de algunos de los que se han marcado el trayecto desde Roma, pero ya empiezan a descontar tanto días como etapas. El día 27 ha llegado nuevamente con despedidas como la de Paula que después de cumplir el trayecto francés dejará el relevo a un nuevo compañero mientras Iván se va dando cuenta de la gesta que lleva entre manos “El otro día al cruzar la frontera de España, me di cuenta por primera vez de la proeza de mi reto. Cruzar tres países Italia, Francia y España en bici, es la leche. Es algo histórico y digno de admirar .Que uno que va en unas bicis como las que llevamos, haga más de 2.500 kilómetros, 50 días fuera de casa, etc, pues la verdad es que me encuentro de piernas increíblemente bien y no es por sacar pecho, es la realidad y por levantarme pronto también lo llevo bien, así de momento voy”.
DÍA 27.- ADIEU A LA FRANCE.
ESPAÑA, YA ESTAMOS AQUÍ (ESPAÑA I=GERONA-PAMPLONA; ESPAÑA II=PAMPLONA-LEÓN; ESPAÑA III=LEÓN-SANTIAGO)
«Ya podemos decir que hemos pasado el ecuador de la ruta en todos los sentidos. Si miramos los días fuera de casa, llevamos 27 de 50; si nos fijamos en las etapas de pedaleo, van 22 de 43; si lo que buscamos son los kilómetros recorridos, hemos rodado 1.357 de los 2.632; y si lo que hacemos es contar los países que cruzamos, ya van dos, Italia y Francia, y nos queda sólo uno, el nuestro, España.
Ayer la crónica quedó inacabado porque el día había sido largo y duro y sin un momento para respirar y cerrar los ojos dándoles así un rato de sosiego que permitiera que luego rindieran sobre el pequeño teclado del teléfono móvil. Así las cosas, cuando llegó la noche las pilas del control remoto de las persianas estaban agotadas y los párpados no aguantaron abiertos el tiempo necesario. A ver si ahora me acuerdo de todo porque fue un día de muchas emociones.
Todo comenzó nada más levantarnos. Era día 9 de agosto y, por tanto, el cumpleaños de Faty. Silvia e Iván le prepararon una sorpresa con conguitos, un trozo de bizcocho y unas velas. Fue la primera mini-fiesta de las 3 que tendría a lo largo del día y, por tanto, la primera de las 3 veces que derramó lágrimas por ese motivo.
Para la salida desde Rivesaltes continuamos manteniendo los mismos horarios que establecimos en Italia para escapar del calor, pero como ya estamos mucho más al oeste y el mes de agosto algo avanzado, a las 06:30, con todo listo para salir a pedalear, aún era de noche. Silvia, que había estudiado todo el itinerario concienzudamente y se había hecho una chuleta enorme con toda la información, nos sacó del hotel y nos puso en Perpignan. Casi desde ahí, y hasta más allá de La Junquera, tuvimos una enorme cola de coches que fuimos adelantando por el centro de la calzada durante todo el puerto de Le Perthus, primer puerto que Faty sube en bici en su vida y que le hizo una ilusión loca.
La alegría que sentimos al llegar a la frontera y ver los carteles de España fue tan inmensa como irracional porque, realmente, no dejaba de ser un punto más de entre los muchos que habíamos hecho estas semanas anteriores, pero lo cierto es que algo debe tener eso de volver a la patria, volver al idioma propio, sentir que ya estás en zona de control casi total…es como sentirte en casa a pesar de que aún quedan más de 1300 kilómetros para llegar a ella.
La gran sorpresa del día nos esperaba apenas 500 metros más abajo. Ya sabíamos que nos iba a estar esperando nuestro buen amigo To, del Instituto Médico Pedagógico de Barcelona (IMEP), para acompañarnos a Espolla, población en la que tiene raíces familiares y en la que el ayuntamiento nos cedió un espacio para pasar la noche. Pero lo que no sabíamos era que con él iban a estar los chicos de la residencia que hicieron el Camino desde Vigo esta última primavera. Fue en verdad una enorme alegría que se completó cuando llegamos a Espolla y To nos presentó a Inés, su mujer, la invisible interlocutora de decenas de guasap y correos electrónicos durante la preparación de aquel camino.
Pero antes de irnos a Espolla había que resolver un problema, el de dónde guardar los triciclos ya que al día siguiente debíamos retomar la ruta donde la dejáramos. Ahí fue donde entró en escena otro de los Ángeles de este Camino desde Roma, Jorge (bueno, él y su mujer Ana). Nos ofrecieron su casa en Pont de Molins para ese menester. Fue un alivio enorme poder dejarlas al pie mismo de la ruta en su preciosa masía. Pero no queda ahí la cosa con ellos. Resulta que el ayuntamiento nos había dejado para pasar la noche los vestuarios del campo de fútbol, pero un percance en un campamento de niños les llevó a pedir asilo en el pueblo y les dejaron el vestuario de al lado. Nosotros en el locatario y ellos en el visitante. Era un poco descabellado amontonar tantos niños, no menos de 30, en un sitio en el que apenas cabíamos nosotros 6. A eso se unió una tormenta de estas de verano que complicó aún más la situación. Vista el panorama decidimos dejarles el sitio a los niños y salir a buscar otra alternativa. Cuando se lo dijimos a To nos dijo que Jorge, nada más ver el vestuario, había cogido su coche y se había ido a buscar un hostal u hotel para nosotros. Y lo encontró y no hubo forma de evitar que pagara la cuenta. Parece increíble, ¿verdad? Pues ahí no acaba la cosa. Para agradecerles tanto detalle les dijimos que se acercaran a la hora de la cena a tomar algo con nosotros en el bar-pizzería del hotel. Vinieron, pero como conocen al camarero, cuando me levanté disimuladamente para pagar la factura, resultó que ya se habían adelantado ellos.
Y luego, cuando ya estábamos acostados, nos avisaron de que había gente extraña merodeando la furgoneta y a las tantas de la noche la llevamos a su casa y nos bajaron de vuelta. Esta mañana a las 06:30 horas en punto, To, nuestro otro Ángel catalán, nos esperaba en la puerta del hotel para llevarnos a por las bicis a casa de Jorge y Ana. Al llegar allí Jorge ya estaba en pie y nos ayudó a bajar las bicis pedaleando. No existe forma suficiente de agradecer tanto cariño y tanta ayuda y más pensando en que no nos conocían de nada. Queridos Jorge y Ana. Os habéis ganado un sitio preferente en nuestro corazón y si DisCamino fuera un santuario, vuestro sitio estaría muuuuy cerca del altar mayor.
SOMOS MUY AFORTUNADOS.
Son la 23:00 y estoy frito de nuevo así que, como mañana es día de descanso, dejo para entonces la crónica de hoy.
Por cierto, que el equipo del primer tramo de ESPAÑA ya está en Burgos, camino de Gerona. Gerardo Fernández, David Gil, Jesús, Estrella, Xoana y Lino de Elevaciones Rama-Meifus Machinery. Buen Viaje Compañeros.
Quedaba pendiente la crónica de ayer, una jornada sin grandes novedades, tan solo una que linda con la decepción y dos que nos reconcilian con el mundo.
La etapa fue un mero trámite, como dicen los comentaristas deportivos. 47 kilómetros entre Pont de Molins y Gerona que disfrutamos relajadamente con la mente puesta más en el final de la parte de Francia, el día de descanso en San Antonio de Calonge, la despedida de Paula y Faty y la llegada de Gerardo, Suso y David, Lino, Xoana y Estrella que en lo que realmente estábamos haciendo.
Al llegar a Gerona teníamos que buscar un sitio en el que guardar los triciclos hasta el domingo por la mañana. No nos generaba inquietud porque Gerona es una población grande y, por tanto, tiene Policía Local y donde hay Policía Local siempre encontramos el apoyo de los compañeros para lo que haga falta. De esa seguridad vino la decepción, porque si no esperas nada y nada obtienes, no sufres porque nada tenías, pero, cuando confías y te dan calabazas…. Ha sido la primera vez en todos estos años de caminos que hemos acudido a una jefatura y no nos han ayudado. En fin. Dijeron que no tenían sitio para guardar las bicis, que su garaje era muy pequeño, que no disponían de otro espacio,… Me quedé a cuadros, lo mismo que Bel, la Mosso D’Esquadra a la que acudí a continuación. Le parecía mentira que me hubieran dicho eso en la Policía Local. Ellos tampoco disponían de espacio, pero eso no fue obstáculo para que cogiera el teléfono y empezara a buscar soluciones. En 10′ nos había resuelto el problema. Un pabellón de deportes del ayuntamiento nos las guardaría y las podríamos recoger el domingo a partir de las 7 de la mañana. Mejor imposible. Isabel, compañera, mil gracias.
Y para el final lo mejor. To (siempre To, os dais cuenta), To habló con su amigo Ricardo y Ricardo contactó con el ayuntamiento de San Antonio de Calonge. De ese contacto partió la invitación a pasar el día de descanso en su municipio. Nos han cedido una sala con aire acondicionado en el recinto ferial y nos han invitado a hacer uso de su playa adaptada, una verdadera maravilla que debería ser la envidia de muchos concellos de España».