DEPORTES

Jornada rompepiernas para un Discamino que ve a lo lejos Santiago

La etapa volvió a ser dura por el calor, aunque frío en la salida, y por la dureza del tramo final.

Otra de esas etapas de Discamino para acordarse del calor y del dolor de piernas. Una etapa, Triacastela-Ventas de Narón, rompepiernas con un final tremendo que hizo establecer los turnos muy minuciosamente para que, al menos los más pequeños, no sufrieran tanto. Luego los recibimientos con la llegada al pueblo de JuanDa, uno de los compañeros de Iván, y donde tuvieron hasta el protagonismo de destapar la placa con la que daban nombre, es esa localidad, a una plaza.

 

DÍA 48°.- EN CASA DE JUANDA. EN NUESTRA CASA.

«Como cada día, lo primero es agradecer a quien nos acoge y nos ayuda y en esta ocasión nuestro anfitrión fue el centro Domusvi de Bóveda y todo su personal. Hemos pasado una noche tranquila y cómoda y hemos recibido todo tipo de atenciones, tantas que no se me ocurre que más podríamos haber pedido. Comida, cena, cama, desayuno y amabilidad a raudales. Un millón de gracias a Fernando, su director, a su personal y a la dirección de la empresa que nos abre sus puertas allá donde vamos.

Día largo y duro el de hoy. De todos los ciclistas es sabido de que sutil manera rompe las piernas la LU-633 después de la flipante bajada del Cebreiro a Triacastela hasta que cruza el puente sobre el Miño en el embalse de Belesar y llega a Portomarín. El sube y baja incesante acaba por destrozar las patas de cualquiera y, por si eso fuera poco, aún guarda una puntilla torera que llega con los 10 kilómetros de subida casi ininterrumpida que hay hasta el cruce con la N-540, ya en el término municipal de Ventas de Narón. Ese perfil tan variado hacía que fuera muy difícil para el equipo repartir los tramos. Sólo una cosa teníamos clara: que había que proteger a los peques, y muy especialmente a Jairo, que el día anterior le había costado mucho pedalear.

Alex, Nuria y Xoana.
Ana y Calis.
Iván y Javier Pitillas.

Así las cosas decidimos que saliera primero Álex con Nuria, su madre y piloto, con la idea de hacer en torno a 20 kilómetros y, si todo iba bien, alargarse hasta los 30 y terminar en Paradela; Ana con Calis para llegar hasta Portomarín y ver luego como estaba de fuerzas para terminar la etapa; Iván, que por supuesto lo haría todo, vendría conmigo para tenerlo controlado y que no volviera a desaparecer como ayer; Nel Serrano, ya indiscutible piloto titular de su hermano Juanda, volvería a ir con él; Xabela y Jairo a la espera y Koko como bici de apoyo para todos. Carla quedaba como reportera y Estrella, Emi, Olalla y Germán cómo conductores.
Llegamos a Paradela del tirón y hay que felicitar por ello al tándem madre-hijo que se portaron como verdaderos campeones y a la terremoto Soage por lo mismo, aunque ella ya es una veterana y sabíamos de sobra que podía con eso y con más. En la gasolinera del pueblo bajaron Ana y Álex y subieron Xabela y Jairo.

JuanDa y Nel.
Borja y Xano.
Jairo y Calis
Xavela y Javier Pitillas.

El nuevo equipo pedaleó muy poco antes de parar de nuevo. Tan solo el escaso kilómetro y medio que hay hasta el inicio de la preciosa bajada que lleva hasta la cola del pantano en la que está el Restaurante Río Loyo, porque en la bajada ya no pedaleamos, simplemente nos dejamos caer. Nos detuvimos en el restaurante, propiedad de Roberto, querido amigo de JuanDa, que nos había preparado unos pinchos para el almuerzo. Nos pusimos las botas de lomo, panceta, croquetas, patatillas, jamón, chocolatinas, refrescos,… Un auténtico banquete que agradecimos un montón porque llegábamos hambrientos y muertos de sed. Al reanudar la marcha subimos al pueblo de Portomarín donde nos recibieron familia, amigos y vecinos de JuanDa. Un precioso y emotivo recibimiento.

Koko.

Pero no podíamos relajarnos demasiado porque aún faltaba lo peor del día, los 10 kilómetros de subida hasta Ventas de Narón. Empezamos la ascensión poco antes de la una del mediodía y llegamos arriba a las dos y media. Más de hora y media de «Duelo al sol», como la famosa película de vaqueros. Xabela, de nuevo se fajó con la cuesta como una verdadera pugilista. Una vez acabada la subida, había que cargar los Triciclos en la furgo y regresar con ellos a Portomarín porque la noche la pasamos en el pueblo de JuanDa y allí arriba no había donde dejarlas. Sin embargo, el esfuerzo de Xabela merecía un premio y dimos la vuelta a la rotonda y nos tiramos cuesta abajo a todo meter para disfrutar de la emoción de la velocidad. Fue un genial colofón para una dura jornada de bici.


Por la tarde nos concedieron el honor de destapar la placa del nuevo nombre de la plaza principal de Portomarín, rebautizada como Plaza del Camino. Juan Serrano, padre de JuanDa, Nel y Carla, y alcalde del pueblo, nos elogió en el discurso y nos honró con la oportunidad de tirar de los cordeles y retirar la bandera de Galicia que ocultaba la nueva placa de la plaza. Nuestro agradecimiento a Portomarín por semejante privilegio.
La familia de JuanDa al completo, con Luluxa a la cabeza, nos ha tratado a cuerpo de rey. No sabemos qué decir ante tantas atenciones y tanto cariño. HA SIDO UN ENORME PLACER Y UNA GRAN ALEGRÍA PASAR ESTE DÍA CON VOSOTROS EN CASA DE JUANDA, EN NUESTRA CASA. OS QUEREMOS».

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