La acumulación de pruebas sobre el efecto de la hora de comer en relación con el ritmo circadiano y metabolismo demuestra para muchos expertos que el momento en que el que se come puede influir en la salud y en el bienestar general. Ahora, un número especial de la revista ‘Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics’ (JAND) sobre crononutrición, publicado por ‘Elsevier’, examina los efectos de diversos regímenes de ayuno y aborda consideraciones de seguridad y orientaciones prácticas.
Así, los autores aseguran que el campo de la crononutrición está ganando terreno, ya que explora la relación entre los patrones temporales de alimentación, los ritmos circadianos y el metabolismo para una salud óptima.
La doctora del Departamento de Kinesiología y Nutrición de la Universidad de Illinois Chicago (EEUU), Krista Varady, está especializada en el estudio de la eficacia del ayuno intermitente para perder peso, controlarlo y reducir el riesgo de enfermedades metabólicas en adultos obesos. Con más de 15 años de experiencia investigadora, está reconocida como una de las mejores investigadoras en este campo.
«El ayuno intermitente se ha convertido en una de las dietas más populares para perder peso en los últimos años. La dieta puede definirse, en términos básicos, como periodos en los que se come, alternados con periodos en los que no se come. En este número especial se examinan los efectos de diversos regímenes de ayuno, como la alimentación restringida en el tiempo, el ayuno en días alternos y la dieta 5:2, sobre el peso corporal, el riesgo de enfermedades cardiometabólicas y el rendimiento del sueño y el ejercicio en sujetos humanos. También se abordan consideraciones de seguridad pertinentes y orientaciones prácticas sobre la aplicación de las dietas», ha señalado Varady.
COMER EN UNA VENTANA DE OCHO HORAS
El número especial incluye el estudio ‘Randomized Controlled Feasibility Trial of Late 8-Hour Time-Restricted Eating for Adolescents With Type 2 Diabetes’, en el que los investigadores examinan la viabilidad de comer dentro de una ventana de 8 horas como estrategia de intervención para la pérdida de peso y el control de la glucosa entre los adolescentes diagnosticados de obesidad y diabetes tipo 2 de nueva aparición, en comparación con una ventana de alimentación prolongada.
«La prevalencia de la diabetes tipo 2 entre los adolescentes aumenta constantemente, sobre todo en las comunidades históricamente marginadas. Muchos adolescentes prefieren acostarse más tarde y dormir hasta más tarde, por lo que una ventana de alimentación temprana puede no alinearse con los horarios de desarrollo y sociales que a menudo cambian su consumo de alimentos a más tarde en el día. Probamos una ventana de alimentación tardía para nuestra cohorte y descubrimos que la alimentación con restricción horaria tardía es segura y aceptable para este subconjunto de adolescentes, ya que puede resultar en una pérdida de peso clínicamente significativa, una reducción de la alanina transaminasa y una reducción calórica significativa; no tuvo un impacto negativo en el sueño, los comportamientos alimentarios o la actividad física», ha explicado la investigadora principal Alaina P. Vidmar, doctora del Hospital Infantil de Los Ángeles y de la Facultad de Medicina Keck de la USC.
Otro artículo, ‘Indices of Sleep Health Are Associated With Timing and Duration of Eating in Young Adults’, detalla los resultados de un estudio transversal entre 52 adultos jóvenes sin enfermedades o afecciones crónicas sobre si el momento y/o la duración de las conductas alimentarias a lo largo del día afectan a la salud del sueño.
«Saltarse el desayuno y comer por la noche son algunos de los comportamientos alimentarios típicos observados en los adultos jóvenes de Estados Unidos. Nuestro estudio descubrió que el momento de comer estaba relacionado con el inicio de la vigilia y la eficiencia del sueño. Esto subraya la necesidad de realizar más estudios para saber si la manipulación de los horarios de las comidas para que coincidan mejor con los ciclos de sueño-vigilia podría mejorar la salud del sueño», ha manifestado la investigadora principal, Jess A. Gwin, doctora de la División de Nutrición Militar del Instituto de Investigación de Medicina Medioambiental del Ejército de EEUU.
EL AYUNO INTERMITENTE NO REQUIERE PRODUCTOS CAROS
«Muchas personas dejan de seguir las dietas estándar que restringen las calorías porque se frustran al tener que controlar regularmente la ingesta de alimentos día tras día. Los protocolos de ayuno intermitente pueden eludir este requisito al permitir a los participantes simplemente ‘mirar el reloj’ en lugar de controlar las calorías, sin dejar de producir pérdida de peso. Además, el ayuno intermitente no requiere la compra de productos alimentarios caros y permite a los individuos seguir consumiendo alimentos conocidos, lo que la convierte en una dieta muy accesible, especialmente para los grupos de pacientes con menos recursos», ha añadido Varady.
En este sentido, la experta ha asegurado que los regímenes de ayuno no son más eficaces que otras intervenciones dietéticas para el control del peso, pero estos protocolos ofrecen a los individuos un enfoque alternativo y directo para abordar la obesidad al omitir la necesidad de contar las calorías. «Aunque la pérdida de peso es importante, una dieta con una amplia variedad de alimentos ricos en nutrientes, como frutas, verduras y legumbres, es fundamental para mantener un estado nutricional completo. Estos alimentos pueden ser baratos y culturalmente apropiados», ha finalizado.