El pasado 8 de agosto, un vuelo de Alaska Airlines que partió de San Francisco con destino a Jackson Hole, Wyoming, tuvo que ser desviado inesperadamente a Salt Lake City, Utah. La razón detrás de este desvío fue insólita: el propio piloto admitió a los pasajeros que no estaba capacitado para realizar un aterrizaje seguro en Jackson Hole, un aeropuerto conocido por sus desafiantes condiciones de aterrizaje.
El piloto comunicó a los pasajeros que debido a su falta de cualificación específica para aterrizar en ese aeropuerto, era necesario cambiar de ruta y dirigirse a Salt Lake City. Este mensaje, que tomó por sorpresa a los pasajeros, ha generado una ola de críticas hacia la aerolínea, cuestionando la preparación y la seguridad en sus vuelos.
A esto se suma que el aterrizaje en Salt Lake City no fue precisamente tranquilo. Los pasajeros describieron el descenso como «complicado», y el avión permaneció en la pista por casi una hora antes de que otro piloto se hiciera cargo de la situación.
Este incidente llega justo después de otro problema técnico que Alaska Airlines tuvo que enfrentar recientemente, cuando un Boeing 737 MAX 9 sufrió una despresurización en la cabina debido a un problema con una de sus puertas laterales. Este tipo de incidentes están levantando serias preocupaciones sobre los protocolos de seguridad de la aerolínea.
La noticia ha provocado una oleada de comentarios en redes sociales, donde muchos se han mostrado alarmados por la aparente falta de preparación y control en la aerolínea. Alaska Airlines, que ya estaba bajo presión, enfrenta ahora un desafío aún mayor para restaurar la confianza de sus pasajeros.