LEÓNSOCIEDAD

Cáritas Diocesana de Astorga lleva atendidas a más personas sin hogar que en todo el 2022

El domingo 29 de octubre se celebra el Día de las Personas sin Hogar

Cáritas de la Diócesis de Astorga presenta la campaña «Fuera de cobertura» para concienciar a la sociedad sobre la desprotección que sufren estas personas, con motivo del Día de las Personas sin Hogar, que se conmemora el 29 de octubre.

A septiembre de 2023 ya se ha incrementado en un 7,6% respecto a todo el 2022, las personas que han pasado por la Casita de San José de Astorga, en la calle Martínez Salazar nº 6.

Con motivo del Día de las Personas sin Hogar, que se celebrará el próximo domingo, 29 de octubre, Cáritas lanza una nueva campaña. Bajo el lema «Comparte tu red. No dejes que se queden fuera de cobertura’», la iniciativa denuncia la falta de acceso a derechos, y en especial, la desprotección social que sufren estas personas.

“Nuestro empeño es hacer visible la realidad de vulnerabilidad extrema que viven las personas que van quedando al margen de las relaciones sociales, del espacio público normalizado, del acceso a su derecho de vivienda, empleo y protección social”, explica María Santos, responsable del programa de Personas Sin Hogar de Cáritas Española.

“Queremos que nuestra campaña -añade- sirva para sensibilizar sobre que es imprescindible seguir trabajando para que todas las personas puedan acceder a sus derechos y sean incluidas en la vida social y comunitaria”. En Astorga, para visibilizar esta campaña, se van a colocar, como otros años, dos pancartas que alertan sobre esta situación. Una de ellas en la Catedral y otra en Rectivía.

La Casita de San José ya ha superado en lo que llevamos de 2023 el número de personas que atendió en todo el 2022

Cáritas Diocesana de Astorga dispone de un recurso propio para atender a las personas sin hogar. Se trata de la Casita de San José, ubicada en Astorga, en donde los datos son claros, puesto que no paran de crecer.

En 2022 pasaron por la Casita 171 personas, lo que supone un 5,56% más que las personas que lo hicieron en 2021. El número de mujeres fue de 12 y se trata de un recurso que usan mayoritariamente españoles, ya que del total de personas que lo utilizaron sólo 22 eran extranjeros.

En lo que llevamos de 2023 vemos claramente cómo esta realidad ha empeorado, ya que hasta septiembre han pasado por la Casita 184 personas, lo que supone un 7,6% más que en todo el 2022. De esa cifra, 40 personas eran extranjeras.

Y ya apreciamos también un aumento del uso de este servicio por parte de las mujeres, que a fecha de septiembre de este año ya fueron más que en todo el 2022, concretamente 15.

Aumento considerable de la feminización de la exclusión

El progresivo aumento de la demanda femenina en estos proyectos de Cáritas ha motivado que en los últimos cinco años el 36% de las Cáritas diocesanas hayan decidido incrementar las plazas disponibles para mujeres sin recursos. Así lo refleja el estudio “Un trabajo, una habitación y un gato”, cuyo objetivo es identificar las situaciones de sinhogarismo que viven las mujeres atendidas por Cáritas.

Sensibles a este fenómeno de la feminización de la exclusión, dos de cada diez Cáritas diocesanas han decidido poner en marcha programas o servicios específicos para mujeres en emergencia residencial. Actualmente, el 32% dispone de recursos especializados para ellas.

“Esta movilización de recursos responde no sólo al aumento de la sensibilidad respecto a la situación de muchas mujeres sin hogar, sino también a la lenta respuesta que reciben de parte de la Administración Pública y sobre todo a su especial desprotección y vulnerabilidad, así como a una mayor estigmatización”, explica María Santos.

El estudio, realizado a través de un sondeo y entrevistas a mujeres sin hogar, confirma cómo la sociedad y las entidades públicas siguen reduciendo el sinhogarismo a las personas que duermen en la calle o viven temporalmente en recursos residenciales, obviando las situaciones en las que se encuentran muchas mujeres y que son más difíciles de visibilizar.

En este sentido, Santos explica que no se contempla “cómo las mujeres van sorteando de cualquier manera el hecho de dormir en la calle buscando alternativas que las hace más vulnerables, como vivir en viviendas inseguras -bajo amenaza de desahucio, acogidas por parte de familiares o amistades, con ocupaciones ilegales, bajo amenaza de violencia machista, u ofreciendo cuidado a cambio de alojamiento-”.

“Esta manera de afrontar o retrasar la situación de calle -añade- agrava la problemática por soportar durante más tiempo situaciones de violencia y precariedad además de provocar que permanezcan invisibles al sistema dificultando su cuantificación”. Para Santos, el progresivo aumento del número de mujeres sin hogar en situación de calle “supone un reto en el diseño de políticas públicas tanto de prevención como de intervención” sobre todo porque “no siempre son mujeres solas, sino que en muchos casos van acompañadas de sus hijos e hijas, que quedan también en situación de desprotección”.

Tipologías del ‘sinhogarismo’

El año pasado Cáritas atendió a 39.487 personas sin hogar en situación de calle, un 6,13% más que el año anterior, según la Memoria de actividades presentada el pasado mes de junio. Dos de cada diez eran mujeres y más de la mitad, españolas (51,6%).

El ‘sinhogarismo’ es un problema social que no sólo aglutina a las personas en situación de calle. El número de personas afectadas por esta realidad varía en función del grado de exclusión residencial que se tome en cuenta.

De acuerdo a la Tipología Europea de Sin Hogar y Exclusión Residencial (ETHOS) hay cuatro categorías: en situación de calle, sin vivienda, vivienda insegura o vivienda inadecuada. Las personas que están en la calle y las que van de alojamiento en alojamiento son la cara más conocida de este fenómeno. Sin embargo, las personas que viven en chabolas, caravanas, en asentamientos o en viviendas cedidas son la parte más invisible del ‘sinhogarismo’.

Según el VIII Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, presentado en enero de 2022, una de cada cinco familias en nuestro país sufre exclusión residencial, es decir, tienen graves dificultades en relación al acceso y al mantenimiento de la vivienda. En el caso de los hogares en pobreza severa, ese porcentaje aumenta hasta el 69%.

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