Después de la jornada de asueto de ayer de ese reto Roma-Santiago, el grupo Discamino vuelve a la carga con la etapa de hoy ya en territorio francés. El pasado domingo la expedición cumplía el útlimo de los trayectos por tierras italianas con la undécima etapa Marina de Andora-Veintimiglia y que se convirtió en día de despedidas.
Ese día quince de aventuras y desventuras ha puesto el punto y final a todo lo bueno y lo malo de Italia que Iván a vivido de este modo «Mil gracias de corazón. Eso es la parte buena cómo dice Javier Pitillas. La parte mala de Italia: penosas carreteras, carreteras sin arcén, conductores muy temerarios, (por no decir otra cosa), no respetan al ciclista, no existe la ley de 1’50, las cunetas de las carreteras llenas de basura, caos circulatorio, poca cobertura de móvil cuando te sales de las ciudades grandes. En las playas hay que pagar. Las playas son de piedra, no hay bebida isotonicánicas, vamos que me encanta ITALIA. No todo es malo, los helados, la Focacha, las gentes que conocí, que han sido súper amables con nosotros, el clima y pasar doce días con mi compi Antonia ,que es una tía genial. Pero pocas cosas buenas, para hacer este deporte en las carreteras es un peligro».
Y día de despedidas ya que Iván perderá en esta frontera a algunos de los que han sido parte de su vida durante estos días «tocó despedidas, que poco me gustan. Pero para llegar a Santiago el 2 de septiembre tiene que ser así. Gracias Chemita por el día ese que rompí el manillar y tú pudiste rodar en el triciclo roto cediéndome el tuyo. Fernando Morales «NANDO”. Que leches voy hacer sin ti, con todo lo que me ayudas “amigo”. Nos vemos en Santiago».