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El duro testimonio de una zamorana que decidió abortar: “Esas pruebas ya te las hacen y te persiguen toda la vida”

Pese a que prefiere mantener su anonimato ya que es algo que ni siquiera sabe su familia, esta zamorana ha querido compartir su duro testimonio tras las polémicas medidas para reducir el aborto aprobadas por la Junta de Castilla y León.

La polémica de las medidas para frenar el aborto en Castilla y León han abierto muchas heridas. Políticas, médicas y de otros estratos sociales, pero también las heridas de quienes decidieron interrumpir el embarazo en algún momento de sus vidas.

Este es el caso de una zamorana que ha querido compartir su testimonio de vida, la cual le llevó a tomar la decisión de abortar hace más de siete años. Su identidad quedará en el anonimato a petición propia, ya que ni si quiera su familia conoce esta decisión que tomó con 20 años.

“En mi caso, y creo que pasa en muchos, cuando acudes a una clínica la decisión la tienes tomada. Te genera dudas, sí, pero la decisión de interrumpir el embarazo se tiene tomada y bastante duro es ya”, relata mientras recuerda como tuvo que salir de la provincia ya que en Zamora no existen clínicas que lo realicen.

“Yo asistí a una clínica privada, primero pides cita y, al menos a mí, me programaron la intervención a una semana vista”, haciendo referencia a que tuvo siete días a mayores para seguir cavilando sobre esa decisión.

“Una vez llegas te hacen una ecografía para comprobar el estado de gestación. Yo no pedí ver la ecografía, no lo verbalicé, pero tampoco me preguntaron. Me la pusieron delante de mis narices y me dijeron: “ahí está, estás de seis semanas”, recuerda aún entre lágrimas.

“No fue lo peor”, continúa con la voz entrecortada. “El médico me preguntó que si era mi primer aborto. Entiendo que son preguntas protocolarias, y que para él será su pan de cada día, pero no pueden abordar este asunto como si de una gripe se tratase”

"Yo no pedí ver la ecografía, no lo verbalicé, pero tampoco me preguntaron"

«Es muy duro que además ese, entre comillas, profesional me preguntase qué método anticonceptivo usaba para que eso hubiese podido pasar, dejando entrever en sus palabras que apuntaba claramente a que no usaba ninguno y que por eso pasa lo que pasa», asegura. «No quiero generalizar, seguro y ojalá que otras mujeres tuvieron o tendrán una experiencia menos traumática, pero el tacto y la empatía son dos virtudes que no entraban en los planes del responsable de esa consulta». 

El proceso, relata, continuó con una reunión con una trabajadora social: “Yo no podía ni hablar, solo llorar y lo único que hizo esa mujer fue ofrecerme una caja de clínex mientras hacía tiempo para que me interviniesen con el papeleo y las ecografías en la mano como si fuese necesario llevármelas de recuerdo”, relata.

«Me preguntó por qué lloraba, me lo preguntó por si tenía dudas, cosa que entiendo, el problema vino después, cuando le conté mis verdaderos motivos por los que me encontraba en ese estado, que fueron las palabras de su compañero de clínica, y ella solo se dedicó a justificarlo». 

Remontándose a ese día, nos explica que el proceso de interrupción, la vertiente puramente clínica, no fue tan “horrible”: “Quizá di con un médico más preparado para ello, y no en lo que a la medicina se refiere, sino al plano psicológico, pero fue mucho más llevadero que la consulta médica previa”.

Siete años más tarde, ese recuerdo aún le persigue y ha sido ahora cuando ha querido compartir su historia de forma pública, aunque anónima, tras la polémica suscitada por las medidas anunciadas como “provida” por el vicepresidente de la Junta, Juan García Gallardo.

"Entiendo que son preguntas protocolarias, y que para él será su pan de cada día, pero no pueden abordar este asunto como si de una gripe se tratase”

“Técnicamente no serán las mismas, pero esas pruebas ya te las hacen y te persiguen toda la vida”, asegura solicitando “que se deje de poner el foco en si las mujeres abortamos o no, o en que el aborto es el verdadero problema de la bajada de la natalidad, porque no lo es”.

Por último, a modo de ruego, para que nadie pase por su experiencia pide: “Que se cuide de verdad a quién tome esta decisión, que no es ningún delito y que en lo que algunos llaman pecado o aberración o incluso asesinato, de verdad que las mujeres ya llevamos la penitencia, la pena y la condena con nosotras y no nos hacen falta juicios de valor de nadie”.

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