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Los benaventanos lloran la pérdida de un cura muy querido

Hasta la capilla ardiente, en la iglesia de Santiago Apóstol, acuden vecinos de la ciudad

Desde el atardecer de ayer miércoles cuando se abría la capilla ardiente en la iglesia de Santiago Apóstol de Benavente con los restos mortales del sacerdote Melquised Coca Conde, los vecinos han acudido a velar el féretro de un párroco muy querido en la ciudad. Sus 44 años en Benavente, de los 53 de ministerio pastoral, tanto en la parroquia de San Juan del Mercado, como en la de Santiago y muchos años ejerciendo la docencia en el Instituto León Felipe le han granjeado simpatía y cariño de sus fieles y convecinos, así como del presbiterio diocesano y familiares.

Al párroco Melquisedec Coca, don Melqui como le conocían sus parroquianos de Benavente y de Villanueva de Azoague, de cuya parroquia de la Virgen de la Asunción también era encargado, se le llora su pérdida tras conocer ayer el repentino fallecimiento.

Esta tarde, a las cinco, el ataúd con sus restos mortales será revestido con los ornamentos sagrados y sobre él se coloca el libro del Evangelio como es ritual en la celebración de exequias de un sacerdote. Tras la misa exequial los restos de don Melqui serán inhumados en el cementerio de su localidad natal, en Vezdemarbán.

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