Zamora: de la desilusión al marchitamiento

Un artículo de opinión del coordinador de la Plataforma Ríos de Aguas Limpias, José Ventura Aporta Barrios

Y, pasando por la rebeldía y la esperanza del renacimiento, el sino de Zamora parece haber sido el de nacer para ser provincia dadora, nunca receptora como las vascongadas o las catalanas; y esta situación que aquí se arrastra desde la Revolución Industrial, que sólo tocó a las provincias receptoras, dura ya 200 años que han dejado literalmente exhausta a Zamora.

Con Zamora se han cometido todos los excesos del irrespeto y en esta burda desconsideración han participado históricamente los alegres muchachos de la Confederación Hidrográfica del Duero CHD, que nunca pusieron acotaciones, tasa ni freno a las ambiciones y a la voracidad de Iberduero primero e Iberdrola después, ya mayorcita y multinacional. Desde el principio se les concedió todo: la eliminación de los pequeños saltos de agua productores de electricidad y molinos, a cambio nos regalaron la factura de la luz (que ellos pasaron diligentemente a cobro); la eliminación en los municipios de azudes y presas de retención en los cauces de los ríos, que mantenían todos los servicios y el acceso al agua en los estiajes más secos; la eliminación de los meandros que irrigaban los prados y humedales; la artificial configuración rectilínea del trazado de los cauces en arroyos como el Almucera; y, como guinda, los dragados salvajes de los lechos que, con taludes de tierra en las orillas dificultan la continuidad y transmisión de los corredores bio-ecológicos que no deben de perder nunca los ríos. Y todo, para que el agua que se hurtaba al riego tradicional o al disfrute de su ocio estival, fuera derechita y rauda hasta los pantanos, donde la ínclita Iberdrola le sacaba un beneficio lato e instantáneo que en modo alguno repercutía en Zamora sino en Las Vascongadas. Nadie hoy parece reconocer una deuda histórica en esas provincias receptoras (con su evidente progreso financiado de largo en el tiempo y desde lejos en la distancia) respecto de la provincia dadora por excelencia. Ni siquiera saberla ubicar en el mapa.

Foto: zamora24horas

La última maniobra de Iberdrola, lo que demuestra, además, es su enorme desprecio hacia el territorio del que saca tan pingües beneficios; desprecio nacido de una enorme arrogancia impune que no repara en “daños menudos” y lo entrecomillo lo de “daños menudos”: qué le importa a Iberdrola arruinar a unos puñados de familias que viven del embalse: unos cuantos restaurantes y bares que cifran su supervivencia en la acción de negocio de época estival, o empresas de navegación a vela, de buceo, o embarcaderos y casas turísticas; o, que ciertos pueblos entren en inopinadas restricciones de agua tras el saqueo, o que los cultivos se queden sin regadío, o la avifauna, el resto de especies y los peces que desovan sufran las consecuencias de un irresponsable vaciado. Con esta grosera actitud demuestran y señalan lo que son: depredadores del medio y de las economías familiares y provinciales.

Oír al alcalde de Muelas del Pan, Luís Alberto Miguel Alonso, cuando se le pregunta sobre la indecente tropelía que va implícita en la barbaridad de este vaciado, es oír la voz de la sensatez parca, exacta y desnuda: “¿Qué supone la bajada de las aguas del embalse de Ricobayo para los pueblos costeros y sus habitantes?” Y responde: “Un auténtico desastre social, humano, económico y ecológico”. Y lo explica, por si alguien necesita ¡todavía!, al margen de la elocuente evidencia de las imágenes de ese vaciado bestial, una explicación.

Menos mal que la gente de a pie, algunos alcaldes y excepciones honrosas que valientemente pasan a la acción sin arredrarse (y estoy pensando en el sólido y viejo ex senador Luís Rodríguez San León, con más fe, determinación y energía que las que acompañan a los políticos ahora en ejercicio) expresan su indignación ante tamaño atropello. Los políticos, como con desesperante reiteración ocurre en España cuando se producen situaciones de gravedad extrema, ni están ni se les espera, hasta que la ola de indignación, por recrecida, les baña las barbas y entonces empiezan a dar señales tibias de vida. Un ectoplasma puede tener parecida manifestación fantasmagórica cuando se comprime. Se han lucido en esta cuestión de los embalses zamoranos desde hace casi una centuria.

Y a quien más y mejor le luce el pelo es a Iberdrola, que está lustrosa haciendo caja vendiendo caro. Y seguimos, pero sin el ¡bingo! de las indemnizaciones multimillonarias con las que deberían ser castigados, la interfecta y los consentidores. Y, desde luego, revisar puntillosamente las condiciones de esa concesión y explotación de Ricobayo I y II. Y así sea recurrente, no quiero cebarme recordando al “gorila rojo” del ¡Exprópiese!, pero… lo tendrían más que merecido, cojones.

Esa fuente de riqueza, en el mejor futuro de un renacimiento provincial más próximo que lejano, debería gestionarse, tributar y repercutir en Zamora, que es quien la genera y que bien lo necesita, la abandonada. Y quien quiera restregarnos ‘la superioridad’ distintiva de su RH y su pureza de sangre, y despreciarnos haciendo aquí lo que le plazca, que no se empalague chupando la ajena como en el atracón actual, que es nuestra, y que han quedado retratados a carrillo untado. Y ya puestos, lo mismo reza para quienes quieran pagarse embajadas: que se las paguen de su bolsillo privado, que Zamora ya no llega. ¡Si es que…! Hay tarea.

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