DEPORTES

La Croix de Fer se hizo de rogar a Discamino que sumó el Mollard

Volvieron a surgir los cambios de última hora en la búsqueda por llegar a la cima de la Croix de Fer. Obras en la carretera hicieron que Discamino e Iván Bragado tuvieran que sumar kilómetros de más a sus piernas y en lugar de un puerto, el día llegó con la ascensión a un segundo el Col du Mollard. Aún así la expedición disfrutó lo suyo ante la visión que ante ellos aparecía de forma continuada, sin olvidarse del frío que ya en las cimas empieza a pedir prendas de abrigo.

A Iván lo de estos retos le ponen, y mucho. Aunque ayer su mente estuviera en otro lugar por el que hubiera cambiado a cierra ojos la pasión por la bicicleta. Quiso desde allí acordarse de alguien especial. “Hoy es un día de esos muy especial. De los que me encantaría estar en Benavente. Unos amigos se casan y da la curiosidad que los presente yo y hoy ya son la familia Balleteros-Blanco. Un Besito pareja y perdonarme no estar este día tan importante para vosotros”.

DISCAMINO-2019.12 … LOS ALPES … «MOLLARD» y «CROIX DE FER», UN DOS EN UNO. Por Javier Pitillas.

Si no fuera porque suena mal y a alguien puede parecerle feo, diría que el de hoy ha sido un día de ¡¡¡¡PUUUUUUTA MADRE!!!!, …así que no lo haré.
Empiezo de nuevo.
Hoy ha sido un día grandioso, de esos que quedan grabados en la retina, en la mente y en el corazón, una de esas jornadas que difícilmente vamos a olvidar… y eso que empezó torcida.

En el plan de ruta hoy tocaba enfrentarse a la CROIX DE FER. Estaba todo estructurado como habitualmente, es decir, punto de inicio, recorrido, zona de descanso, hora aproximada de llegada, … Cómo teníamos claro que no iba a ser un día fácil (no en vano se trataba de la ascensión más larga de todo el proyecto), nada menos que 30 kms desde Saint Jean de Maurienne, vertiente que elegimos frente a la de La Chambre, y lo hicimos así para no repetir la subida del Glandon, otra de las tres vías posibles para llegar a los 2.067 m de este coloso (desde la cima del Glandon quedan sólo 2’5 kms que el otro día no quisimos hacer para no romper la magia de hoy [y porque no podíamos con las bowlings]). Cómo sabíamos todo eso, nos llevamos lo necesario para comer arriba nada más terminar.

Con todo atado y bien atado, nos subimos a las furgonetas a las 07:30 de la mañana y pudimos rumbo a Saint Jean. José Luis manejaba el GPS con la maestría que le caracteriza (mal que le pese a nuestro querido Martín). «En el próximo cruce la primera a la derecha; al llegar a la rotonda la segunda salida»; y así sucesivamente hasta que llegamos al pueblo. Allí le entraron unas dudas con respecto a la carretera que debíamos seguir en la bici. Parecía que estaba cortada y nos enviaba por otra distinta. Aún así intentamos ceñirnos al plan establecido, pero no pudo ser. Efectivamente, la D-926 estaba cortada por obras. Gran putada. Nos quedaban dos opciones, repetir la subida del Glandon, lo cual quedaba descartado sin necesidad de debatirlo, o coger la D-110, subir el Col du MOLLARD de 1.638 m y enlazar con la D-926 por encima ya de la zona cortada. La opción implicaba un esfuerzo extra al tener que subir dos puertos en vez de uno, pero fue lo que finalmente decidimos. Así pues, a las 08:50 arrancamos hacia lo desconocido.

Lino iba con Olalla (decidimos que Xabela tendría más que suficiente con los 15 kms finales, los que haríamos después del enlace del Mollard hacia la subida de la CROIX DE FER…al principio le pareció fatal no hacerlo todo, pero luego entendió que con 10 años no puede hacer lo mismo que los mayores y se conformó con su parte, que no era cosa fácil tampoco); Calis con José María (Chema); Silvia y Miguel en las bicis de dos ruedas con Borja; y yo con Iván. Los paisajes de los que hemos disfrutado en esa primera ascensión han sido y son algo digno de ver. Si en alguna ocasión tenéis la suerte de poder disfrutar de unos días por esta zona de la Saboya, no dejéis de recorrer está carretera, la D-110.

Las innumerables montañas que os van a rodear, los impresionantes desniveles que hay que salvar, las vistas de los valles que van quedando atrás, la luz, los colores, las combinaciones de formas que las nubes nos van regalando y, por encima de todo, el pueblo de ALBIEZ LE VIEUX, una sinfonía de casas de madera con un gusto exquisito, os cautivarán. Pero bueno, a lo que íbamos. Llegamos al Col du Mollard y nos damos cuenta de que, para enlazar con la subida a la CROIX DE FER había que bajar 5 kms. Una perrada de órdago por dos motivos: el frío y perder la altitud alcanzada que luego habría que volver a alcanzar. Pero bueno, de nada valía lamentarse así que, hacemos las fotos de rigor y nos disponemos a disfrutar de los 5 kms de bajada.

¿¡¡Disfrutar!!? ¡¡¡JA, JA!!

Bajar en nuestro TricicloTándem nunca ha sido algo para pasarlo bien, porque controlar la Copilot cuesta abajo es cosa complicada y, desde luego, nada de lo que se pueda disfrutar. Si a eso le añadimos que el desnivel de la pendiente era tan alto como los que acabábamos de subir (un 8% de media), que la carretera estaba hecha unos zorros (agrietada, llena de agujeros y con serias caídas laterales) y que hacía un frío de mil demonios, podéis haceros una idea de lo guay que era lo que nos esperaba. Hay una máxima que en DisCamino respetamos a rajatabla cuando se habla de bajar un puerto, y es que los copilotos nunca los bajan en los Triciclos. El motivo es muy fácil de entender: bajar por una pendiente pronunciada muchos kms con un peso mínimo de 180 kgs (70 de cada pasajero más 40 del triciclo y los trastos que se llevan encima) es peligroso para los pasajeros y muy peligroso para la salud de los frenos. Por ese motivo nunca ningún copiloto ha bajado la Cruz de Ferro, ni el Cebreiro, ni, por supuesto, ninguno de los puertos de Pirineos-2017 ni Alpes-2019. Ellos bajan en las furgonetas y los pilotos bajan solos los Triciclos.

Hoy, sin embargo, tal vez porque en nuestra cabeza Mollard se encadenaba a CROIX DE FER o porque los 5 kms de enlace no nos parecían una verdadera bajada de puerto, cometimos el error de iniciar el descenso todos juntos. No hizo falta más que llegar a la primera curva para tomar la decisión de que había que abortar la operación y llamar urgentemente a las furgonetas para que se acercaran a recoger a Chema, Iván y Olalla. Una vez puestos ellos a salvo, los pilotos seguimos bajando. He de confesar que jamás en la vida lo pasé tan mal, tanto por el firme de la carretera como por el tremendo frío que había, y eso que me había puesto un cortavientos. Gracias a Dios no pasó nada y llegamos todos enteros a la pequeña aldea casi totalmente abandonada que hay justo antes del río Arvan. Ahí paramos a comer el bocata encantados de la vida, primero porque había salido el sol y luego porque teníamos un hambre de lobo y suficientes vituallas para aplacarla. En este punto Olalla dejó su sillín a Xabela y Calis el suyo a Miguel. La peque estaba feliz de volver a subir a la bici para hacer su parte y Calis encantado de volver a rodar al lado de su Borja del alma.

Los 15 kms que faltaban para alcanzar los 2.067 metros de altitud del Col de la CROIX DE FER fueron pasando poco a poco. Los primeros de forma más sencilla de lo esperado y los últimos 7 con la dureza propia de un coloso como ese. Los paisajes siguieron siendo fantásticos porque parecían de auténtica película de fantasía. El primero en llegar fue Iván, que había ido a ritmo controlado para ir con el resto del equipo hasta que metió el Turbo a falta de 5 kms. Una vez hechas las fotos y colocado Iván en la furgo, bajamos con Rocinante (nombre de pila del triciclo) y Olalla al encuentro de los otros. Así pues, ya que lo habían subido a medias, hoy madre e hija coronaron la CROIX DE FER cogidas de la mano.


La explosión de felicidad que se vivió allí arriba fue genial y es que el día lo había merecido. Sólo quedaba hacer las fotos y buscar un lugar resguardo para comer porque allí hacía mogollón de frío. Finalmente, después de cargar los triciclos, nos subimos a las furgonetas y bajamos hasta el Lac du Grand Maison, lago que está por debajo del Glandon, y ahí dimos cuenta de lo que Jose y Olalla habían preparado.
Se me olvidó mencionar que fue una inmensa suerte contar con la compañía de nuestra queridísima Antonia, ya que, al hacerse ella cargo de una de las furgonetas, Olalla quedó libre para pedalear.
Antes de terminar, una vez más queremos dar las gracias a los que nos han apoyado para que esté DisCamino-2019.12 se haya podido realizar:
Hospital Povisa, Elevaciones Rama-Meifus Machinery, Asociación de Familias de Personas con Parálisis Cerebral, ALENTO Asociación de Daño Cerebral, ParaleloZero, Ciclos Cabello, Concello de Vigo, Concello de Nigrán, Granisa Turbo Vigo 10.

Y por último elevamos una oración por el eterno descanso del alma de nuestro amigo Jairo, padre de Alex, de la Fundacion Numen de Madrid. D.E.P. amigo.

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