DEPORTES

Discamino encuentra en la decimonovena etapa una auténtica odisea

Por el camino se encontraron de todo, puertas cerradas con candado, pasarelas hacia ninguna parte...

La etapa 19ª ha tenido de todo, momentos de deseperación y momentos de aventura, mucha aventura que ha llevado a Discamino a marcarse una etapa de 91 kilómetros, muchos más de esos 62 que tenía prevista esa etapa. Rutas cortadas, caminos erróneos y hasta casi un triatlón han tenido que disputar las expedición que ha obligado a meter los triciclos en modo btt o incluso hasta poner pie en tierra. Al final todos arrimando el hombro y tras ocho horas la Méze-Narbonne ya es historia. Vamos a ver que nos contaba Javier Pitillas.

 

DÍA 24°.- DÍA PARA OLVIDAR. O TAL VEZ NO; TAL VEZ SEA UN DÍA PARA RECORDAR.

«El de hoy ha sido un día de grandííííísimos contrastes. Ha empezado maravillosamente bien (1) y al poco nos ha dado un susto de esos de un gran «¡¡¡BÚH!!!» al doblar una esquina oscura en plena noche (2). Pero sólo fue un espejismo porque en nada las cosas se han ido poniendo mejor y MEJOR hasta hacernos disfrutar de uno de los mejores ratos de lo que llevamos de Camino (3). De pronto todo ha parecido ir perdiendo fuerza hasta casi detenerse en una sombra de duda que resultó ser cierta, y las cosas se empezaron a torcer (4). En nada se habían revirado de tal modo que parecía imposible que fuera el mismo día, la misma gente, la misma etapa. No entraba dentro de la lógica que pudiera ir a peor, pero fue y llegó un amargo tercio de banderillas que acabó con una fina y profunda estocada en lo más alto de la cruz. Pero MURPHY, ese pequeño hij… malnacido, cretino entre los cretinos, rata tiñosa de cerebro purulento creado para hacer maldades no sabía bien con quién se las había. Le dimos con la puerta en las narices, levantamos la cabeza, miramos hacia el horizonte y recordamos quienes somos. Y éramos Iván, Silvia, Faty y un servidor subidos en Rocinante y Siete Leguas, nuestras mágicas monturas. Y salimos adelante con sonrisas y energía. Y nos costó, pero retomamos el camino reencontrando lo que antes perdimos por querer ganar. Y volamos sobre la D-609 los 45 kilómetros que aún nos faltaban. Y así, lo que parecía una plácida etapa de apenas 62’1 kilómetros, se convirtió, gracias a los 10 que hicimos ayer de menos para alojarnos en Balaruc-le-Vieux, más los 8 que hicimos hoy de más porque no encontramos alojamiento en Vinassan y hubo que llegar a Narbonne, más los 10 de regalo del taladrao del Murphy, en un ultra maratón de 90 kilómetros y 8 horas sobre los triciclos.

(1) La mañana empezó genial gracias a la increíble amabilidad de Sophie, directora del DomusVi de Balaruc-le-Vieux que nos dejó el desayuno listo para que lo tomáramos antes de partir. Un detalle más que añadir a los tropecientos que había tenido con nosotros ayer.

(2) Al poco de llegar Setê nos encontramos con que el GPS nos llevó a cruzar por debajo de un viaducto el canal que une el Etang de Thau (laguna de Thau) con el mar. Ilusos de nosotros imaginamos que el desvío nos llevaría a una pasarela inferior bajo el puente metálico que cruza el canal, y así fue, casi.

Casi, porque la pasarela no existía, el enganche con el puente estaba cortado por obras y el único camino posible eran unas amplias escaleras de bajada y luego otras tantas de subida que remataban en un portal roto por el que no pasaban los triciclos. Solución: bajar las escaleras haciendo trial, bajar a Iván y a Paula de las bicis para subirlas por el otro lado y levantar a peso las Copilot de Huka para pasar sobre la verja.

(3) Imaginad el mejor carril bici del mundo; situadlo pegadito a una playa de más de 9 kilómetros y flanqueadlo por cañaverales, dunas protegidas por pequeñas empalizadas, campings llenos de preciosos bungalows, ordenados aparcamientos para centenares de vehículos y zonas para autocaravanas y, para terminar, llenadlo de gente corriendo y pedaleando y todo ello con el sol saliendo entre nubarrones por el horizonte. Mágico, absolutamente mágico.

(4) Nos había ido tan bien la cosa siguiendo hasta ese momento la ruta que el Google Maps marcaba para las bicis que decidimos continuar por ella y así llegamos a AGDE y luego a VIAS, lugar en el que paramos a tomar el bocata.

Como al reanudar la marcha nada nos había hecho cambiar el trazado inicial, seguimos por la misma ruta. Las carreteras se fueron haciendo más estrechas y los firmes más rotos. Eso debería habernos hecho pensar, pero el recuerdo de la vía verde de Setê seguía presente y soñábamos encontrar otra parecida. Grave error. El asfalto roto deja paso a un camino de gravilla y de ésta pasamos a tierra suelta, piedras y hierba. El GPS dice que poco más adelante está Portragnes, el siguiente pueblo de nuestra lista. Nos decimos que con un pequeño esfuerzo más nos ahorraremos un montón de kilómteros. Nuevo error. El GPS nos sitúa a la izquierda de un pequeño canal pero el canal lo tenemos a la derecha. La solución está en una senda por la que nos manda pero a los 10 metros hay una verja cerrada con candado.

Redireccionamos el navegador y nos envía por la vereda paralela hacia el Canal du Midi. Era imposible seguir pedaleando.

-«IVÁN, TOCA BTT, BUENO, TTT (Triciclo Todo Terreno).»
-«PUES VAMOS».


-«IVÁN, ME TEMO QUE AHORA TOCA UN RATO DE SENDERISMO.»
-«¡¡NO JODAS!!»
-«¿NO QUIERES?»
-«¿HAY OTRA OPCIÓN?»
-«ME TEMO QUE NO.’
-«¡¡PUES COMO P’A NO QUERER!! A LA FUERZA, PERO QUIERO.»

Bajamos a Iván del triciclo y mientras Silvia lleva uno de la mano y Fátima lleva el otro, Iván y yo nos abrazamos como si nos quisiéramos y fuéramos a bailar un «agarrao». Echamos a andar hacia delante y debimos avanzar a tropezones casi un kilómetro. Al llegar al canal principal vemos que hemos de ir hacia la derecha pero que no hay por donde hacerlo. El Canal es imposible cruzarlo y el puente más cercano queda a la izquierda, en Vias, el pueblo del bocata. Google Maps ha cambiado de opinión y ahora nos manda de regreso por donde hemos venido y se empeña en hacernos seguir por donde está la verja con el candado. Nada que hacer para seguir adelante. Nadie con quién enfadarse. No hay más que una opción para avanzar y la opción es regresar por donde hemos venido.

Más de 8 horas sobre los sillines. 90 kilómetros Silvia e Iván. 30 kilómetros Paula. 60 kilómetros Fátima. Ninguna queja. Ni un reproche. Sois grandes, mis queridos amigos. Me descubro ante vosotros».

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