COMARCA

Dos ganaderos afectados por los incendios dispuestos a abandonar el sector ante la falta de apoyos

Roberto Álvarez con vacas en Calzadilla y Julio César Panizo en Melgar de Tera dicen sentirse abandonados por la Administración

«No puedo más. De seguir así tendré que dejarlo todo y buscarme otra cosa en la ciudad. No animo a ningún joven que se dedique a esto», explica el joven ganadero Roberto Álvarez.

Salir del casco urbano de Calzadilla de Tera y adentrarse en la zona de monte es todo un panorama desolador, las llamas del gran incendio de mediados de junio arrasaron la superficie vegetal y enfilar el camino en dirección sureña, al pago de «Valdeferreras, un paraje natural a casi tres kilómetros del pueblo, donde se ubica una explotación de ganado vacuno, deja mudos los sentidos al contemplar todo calcinado. Este idílico valle se manifiesta ahora ennegrecido, salpicado de pequeñas motas de verdor gracias a la sabia naturaleza, a las más que aprovechadas gotas de lluvia de una pasada tormenta.

A las puertas de la granja de vacas nos espera a primera hora de esta mañana impregnada de la ansiada, aunque ligera lluvia, su propietario, el joven emprendedor Roberto Álvarez, quien junto a su compañero de fatigas y titular de otra explotación de ganado vacuno en régimen extensivo cercana, ya en el término de Melgar de Tera, a la sazón el ganadero Julio César Panizo, refiere los pormenores sufridos tras el desolador incendio cuyas llamas devoraron todo a su paso. Hasta las piedras se llegaron a calcinar, ni que decir tiene el pasto para el alimento de los animales.

Sin pasto, sin forraje, estos ganaderos afrontan la situación con un más que incierto futuro criticando el reparto del abastecimiento de alimento prometido y más que prometido por la Administración. «Nos han llegado migajas, muy poco alimento para los animales», explica Roberto quien está dispuesto a tirar la toalla, abandonar un sector por el que ha apostado fuerte. «No puedo más».

Roberto asegura que no les ha llegado prácticamente nada de alimento. «Nos han traido algo de paja y de pienso y lo demás todo lo tenemos que reponer nosotros. Aquí no se ha personado nadie y en la Junta nos remiten de un lado para otro. Aqui ya no sabe nadie nada y las vacas tienen que seguir comiendo», explica con vehemencia este joven ganadero aputando a que la situación resulta ya inviable. Roberto con medio centenar de vacas de carne resalta que esta zona sería la más desfavorecida. Pone como ejemplo que a su ganadería le han llegado 20 paquetes, alpacas de 300 kilos cada una, cuando el medio centenar de animales come 3,5 paquetes diarios, «porque no hay nada más para comer», señala. «Habíamos guardado pasto para el invierno y todo se quemó. Me siento abandonado. Yo he llamado hasta Valladolid y unos te pasan para Agricultura, otros a Ganadería y así te traen todo el día. He presentado unos papeles y con los problemas que he tenido, pero no resuelven nada de nada».

Julio César corrobora lo asegurado por Roberto. «No ha quedado nada, así que no sé si tendremos que buscarnos la vida por otro lado porque estamos abandonados» Este ganadero explica que tras el incendio que arrasó Melgar le han quedado unas 6 hectáreas de pasto. «Es que da pena mirar para el monte. No sé si tendremos que abandonar el nido y buscarnos la vida por otro lado». César Panizo advierte que tenía un almacenamiento de 420 paquetes de forraje, unas 130 toneladas que fueron pasto de las llamas y, al igual que su compañero, señala, «tengo que seguir alimentando al ganado». «Con 8.000 kilos de pienso que me ha traido la Administración para 75 vacas madres y sin contar lo pequeño, que le doy a 2 kilos por vaca», afirma que no llegan los números, los días van transcurriendo y el ganado tiene que seguir comiendo porque pasto todavía no hay. «He recurrido a todas partes y te derivan de un lado para otro. Se acude a la Unidad Veterinaria y de ahi a la Consejería. Esto es un sin vivir, es inviable ya», asevera Julio César.

Es Roberto el más desengañado ante las promesas de la Junta, insiste en que durante estos seis meses que le quedan, «de seguir así tendré que dejarlo todo y buscarme otra cosa en la ciudad. No animo a ningún joven que se dedique a esto». Lo dice visiblemente emocionado y es su compañero César quien dolorido afirma seguir aguantando por el hijo que tiene. Todavía deja abierta la puerta a la esperanza. «Confiamos que nos atienda, al menos un poco, la Administración», refiriendose a la Junta.

Fotos: M. A. C.

El ganado saliendo del aprisco esta mañana
Las vacas alimentándose de paja en un entorno arrasado por el fuego

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