COMARCA

Fallece a los 111 años la abuela de la provincia y de Castilla y León, Vicenta Prieto Santos

Sus restos mortales se velan en el tanatorio de su localidad natal Santa Croya de Tera. Este jueves al mediodía se celebran sus funerales en la iglesia parroquial

La abuela de la provincia, de Castilla y León y una de las más longevas de España, ocupando el privilegiado quinto lugar, Vicenta Prieto Santos, de Santa Croya de Tera, fallecía esta madrugada a la edad de 111 años.

Sus restos mortales se velan en el tanatorio de su localidad natal, Santa Croya de Tera, desde donde se trasladará el féretro hasta la iglesia parroquial de Santo Tomás Apóstol para celebrar sus funerales mañana jueves al mediodía.

Se apagó como una vela, la venerable señora Vicenta cuando sólo le faltaban 51 días para cumplir 112 años. Se alzaría el 22 de enero, festividad de San Vicente, en el podium más privilegiado, el de la longevidad. La supercentenaria (denominación a las personas que han alcanzado 110 años o más) Vicenta Prieto Santos ocupa el quinto lugar de personas más longevas de España y el primero de Castilla y León.

Su delicada salud en los últimos días ya hacía temer un desenlace fatal de la venerable Vicenta quien no podrá ya entregarse a los demás con su dulce sonrisa y radiante energía.

Este redactor ya viene, año tras año, conociendo la fuerza vital que emana de la señora Vicenta desde que la vecina de Santa Croya de Tera se convirtiera en abuela del municipio al alcanzar los 100 años de edad, pasando a erigirse en abuela de la comarca y desde el pasado año en abuela de la provincia y una de las personas vivas más longevas del país. La «superabuela» ocupa el ránking más privilegiado de la longevidad, el primero de la Comunidad Autónoma de Castilla y León y el quinto lugar de personas vivas de España.

Su radiante vitalidad la mostraba ya sentada en la banqueta a la puerta de su casa al paso de los peregrinos indicándoles el camino a seguir hasta la vecina localidad de Santa Marta.

Las faenas de casa le impedían atender las llamadas de la flauta y tamboril

Puro nervio, pura energía, ha sido la constante de Vicenta Prieto Santos desde muy joven cuando oía los sonidos musicales de la flauta y tamboril sin poder salir a la calle porque en casa había faena. Nacía el 22 de enero de 1909 en Santa Croya de Tera, en la casa familiar de la calle Romero. Sus ojos aún irradian un mar lleno de evocaciones cuando no pocos mozalbetes se acercaban a pedirle baile. Eso en pocas ocasiones, porque para la joven Vicenta las fiestas se contaban con los dedos de una mano.

Y ello se debía a que las labores de la casa en la que vivía con otros siete hermanos y sus padres Agustín y Petra, le tenían a ella y sus hermanas Antonia y Emiliana muy ocupadas. «Teníamos que coser y lavar para todos», también para Marcos, Luis, Severiano, Tomás e Higinio, todos ya fallecidos, «y también hacer las faenas del campo», explicaba la venerable señora Vicenta justificando así su soltería.

Los trabajos en el campo también vinieron a ocupar buena parte de cada una de las jornadas de la azarosa vida de la señora Vicenta precisamente en sus años de moza cuando sus padres instalaron una panadería en la calle Jamontes desde donde se elaboraba y se vendían las hogazas de pan de ocho libras ó 3,5 kilogramos que los vecinos adquirían a cambio del pago en especie, en trigo. Esta liquidación de cuentas se realizaba habitualmente en el mes de septiembre, después de la recolección de la cosecha.  Así que en la casa de Agustín y de Petra sí había para comer. El fogón de la cocina familiar siempre estaba encendido y con el pote al lado lleno unas veces de garbanzos,  otras de alubias, de patatas y de tocino. «No pasamos hambre, pero eran situaciones malas, todo eran penurias. No es como ahora que es más lo que se tira que entonces lo que se comía» declaró a este redactor hace ya unos años.

Con 9 años le tocó acudir a muchos entierros debido a la epidemia de gripe de 1918

A la ahora abuela de la provincia, en plena adolescencia, con 9 años,  le tocó acudir a muchas casas de convecinos a velar a sus seres queridos, a muchos entierros. La epidemia de gripe del año 1918 afectó a una buena parte de miembros de su familia, pero la enfermedad no pudo llevarse a ninguno de ellos, sí en cambio a muchos de sus convecinos. Pero la vida le deparaba de moza e, incluso, a los 40 años, tener que acudir a la dehesa del Orcejón entre Villanueva de las Peras y Litos para sacar algún jornal con el que ayudar en casa. Vicenta seguía encargándose de los fogones como siempre lo hizo.

Santa Croya se volcó en su fiesta del centenario

Cuando llegó a ser centenaria, al cumplir 100 años, Santa Croya de Tera vivió una jornada especial, llena de emociones. Sus convecinos, familiares y amigos, todo el pueblo se volcó para agasajar a la señora Vicenta. El salón social, en la planta baja del Ayuntamiento, se quedó pequeño para recibir a sus paisanos. Desde entonces, año tras año, el día de San Vicente mártir, cada 22 de enero, conmemorándose la jornada en que vino al mundo, recibe el homenaje de sus paisanos y de sus queridos familiares. Sobre todo, más recientemente de sus niños, los sobrinos nietos. Unas felicitaciones que ha venido recibiendo en su residencia actual en el centro geriátrico de Santibáñez de Tera desde llegar a cumplir los 105 años de vida.

Hace unos días tuvo que ser ingresada en el hospital de Benavente y su delicada salud ha visto mermadas sus fuerzas hasta apagarse como una vela.

Siempre un emocionado recuerdo señora Vicenta.

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