DEPORTES

Javier Pitillas nos ha contado mejor que nunca a Discamino

La etapa de ayer, Astorga-Toral de los Vados quedó marcada por los deseos pedidos junto a la Cruz de Hierro

La verdad es que Javier Pitillas nos ha dado durante estos cuarenta y seis días todo detalle de lo sucedido a lo largo de estas treinta y nueve etapas de la Roma-Santiago, son cuarenta y seis días desde que Discamino emprendiera el rumbo hacia una nueva gesta que está a tan sólo cuatro días de cumplirse. El domingo la Plaza del Obradoiro se detendrá en el tiempo para recibir a todo este elenco de deportistas que parecen de otro planeta y del que tanto aprendemos a diario. Pero sin lugar a dudas la crónica de ayer de Javier Pitillas nos ha transportado en el tiempo a aquellos que hemos convivido con la otra vida de Iván Bragado y que ahora lo hacemos más orgullosos, si cabe, en la actual. Él siempre tiene esa respuesta que a veces los demás no encontramos y que nos hace vernos en el espejo en el cual vemos reflejado a Iván. Y hablamos de Iván porque es el que nos pilla más de cerca, pero no podemos olvidarnos de lo que el resto de Discamino ejemplarizan en cada gesto, en cada movimiento, en cada paso que dan. Señores me quito una vez más el sombrero.

DÍA 46°.- CRUZ DE FERRO. SOBRAN LAS PALABRAS.

Para los que conocen la zona y para los que alguna vez han hecho el Camino Francés a Santiago basta con mencionar a la Cruz para que sepan exactamente lo que significa. Subir a la Cruz supone un gran esfuerzo y hacerlo como lo hacen los Copilotos de DisCamino es un esfuerzo titánico; para muchos llegar arriba, agarrarse a ese mástil y dejar la piedra es redención de penas y pesares; para otros sólo es un reto deportivo, pero cuando llegan al pie del montículo y ven escenas como las de esta mañana, es difícil que no se les remueva algo en el interior y les haga preguntarse si no se habrán perdido algo en la ascensión, si no se habrán confundido a la hora de encarar el esfuerzo, si no habrá algo más en esta subida, en ese montículo y en esa Cruz, algo que nadie les dijo o que ellos no quisieron escuchar. ¿Qué habrán sentido esos ciclistas vestidos de naranja y negro en cuyos culottes se podía leer algo así como «GUERREROS BIKEROS» cuando llegaron al alto y vieron a un chico con barba vestido de ciclista subir hacia la Cruz de Ferro?

El muchacho de la barba presentaba un aspecto físico magnífico: piernas morenas muy musculadas y definidas, brazos con el mismo aspecto de haber sido trabajados a conciencia en un gimnasio, ropa de ciclista, casco, guantes; en definitiva, la imagen del perfecto Triunfador, joven y de muy buen ver. Un único pero: ese joven no era capaz de subir por si solo a la Cruz; lo hacía apoyado en dos compañeros que vestían igual que él. Y no sólo eso, sino que, al llegar arriba, el chico se agarró al mástil, apoyó en él la frente y se quedó allí parado, completamente inmóvil, como en trance. Resultaba obvio que en aquel instante estaba sucediendo algo muy especial, que el momento era mágico para ese joven de aspecto imponente pero de equilibrio tan frágil.

 

Aún seguía Iván cogido a ese mástil cuando Germán y Daniel empezaron a subir a Juanda en su silla, poco después de que Emi lo hiciera con Jairo ayudada por María; y al momento fue Ana la que apoyada en Estrella y Koko iniciaba su «tropezosa» subida; y luego Xabela con Olalla, mientras Borja y Álex pululaban en medio de todos ellos controlados por Calis, Nuria y Xoana. . ¿Qué significó para esos ciclistas ver esas escenas? Probablemente lo mismo que había significado para ese Peregrino Francés que nos deseó BUEN CAMINO al adelantarnos por vez primera en las rampas del puerto, o para Emmanuela, la Peregrina italiana con la que compartimos albergue y que luego, al cruzarse con nosotros en la entrada de Santa Catalina de Somoza, llenó de piropos a nuestros Copilotos.

Resulta difícil no conmoverse con escenas como esas. Nosotros, que tan acostumbrados estamos ya a verlas, no podemos evitar ese escalofrío, ese pensamiento automático, instantáneo que te hace preguntarte qué será lo que sienten ellos en esos momentos, qué estarán pidiendo con tanta devoción, qué fuerza interior tan extraordinaria les hizo levantarse después de que su vida cambiara y les llevó poco a poco hasta ese éxtasis. No podemos dejar de admirar a esas madres, hermanos y hermanas que luchan tanto y TANTO para que las vidas de sus pequeños sean lo más normales posible y que puedan gozar de los mismos derechos que disfrutan los que tienen vidas menos complicadas.
¡¡¡Cuánto dan que pensar esas escenas al pie de la Cruz!!!

Poco más se puede decir después de esto, pero nosotros sí que tenemos algo que añadir. Hoy hemos descubierto una heroína, una fuerza de la naturaleza, una bestia parda vestida de champiñón rosa. Hablo de nuestra XABELA. La peque ha obtenido el MVP de la jornada al subir sin flaquear en ningún momento desde Astorga a la Cruz de Ferro pasando por Rabanal del Camino y Foncebadón. ENHORABUENA XABELA.

Un año más estamos alojados en el albergue de Toral de los Vados, Albergue que el ayuntamiento nos cede de modo gratuito y en el que gozamos de una tranquilidad y una comodidad envidiables. Un millón de gracias a David, compañero de la Policía Local, por sus gestiones, y a Sergio, Teniente de Alcalde de Toral, por su amable visita.

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