El cambio climático afecta, cada vez más, al cultivo del pimiento morrrón.
Los productores de alimentos, los cultivadores de pimientos del pimiento morrón, se enfrentan al cambio climático que cada vez se manifiesta con mayor virulencia. Una circunstancia que les afecta considerablemente a su economía por la poca adaptación de esta variedad a esos cambios climatológicos. De esto sabe bien la gerente de la Huerta del Tera y presidenta de la Identificación Geográfica Protegida (IGP) del pimiento morrón Fresno-Benavente, Isabel Ruiz Mateos.
Esta profesional del sector hortícola se subió al tren de un proyecto que ya venía circulando por las vías, por eso no se considera como una mujer emprendedora como tal, aunque sí que ha sido la valedora al ponerse al frente, «para sumar», como a ella le gusta decir.
Es ahora cuando toca hacer balance de la pasada campaña e Isabel Ruiz Mateos resalta los beneficios positivos de la reciente cosecha en comparación con la anterior que «fue desastrosa» debido a las adversidades climatológicas. «En esta ocasión, la climatología nos ha respetado, pero eso depende de las variedades del pimiento», explica Ruiz Mateos apuntando a que en la comarca se cultivan tres clases de pimientos, el italiano que sería el común de freir, el lamuyo, el rojo, y el autóctono, el pimiento morrón al que estima como una exquisitez. «El lamuyo sería más de batalla por así decir». Al pimiento morrón le cuesta adaptarse al cambio climático y eso lo perciben bien los agricultores. «No se adapta porque la semilla se siembra artesanalmente y ahí está la labor de la IGP intentando que la selección de semillas sea cada vez más cuidada para esa adaptación al cambio climático. Intentamos con los campos de ensayo que la semilla se recupere y se adapte a las condiciones climatológicas».
Para la gerente de la Huerta del Tera y presidenta de la IGP, el pimiento morrón «es algo romántico», pero no es lo suficientemente rentable, aunque sí que resulta comercialmente atractivo, sigue explicando Isabel, Ruiz Mateos haciendo hincapié en que del resto de variedades como el lamuyo se suelen producir entre 30.000 y 40.000 kilos por hectárea y, en cambio, del morrón se obtienen entre 10.000 y 12.000 kilogramos, y eso como un logro. De ahí que el cultivador se incline con otras variedades para compensar la rentabilidad.
De los 17 agricultores adscritos, con miras a la ampliación del registro de cultivadores, se viene cultivando una superficie de 20 hectáreas, aunque algunos de ellos se dedican exclusivamente al pimiento, al producto estrella de la huerta, otros, en cambio, lo hacen como segunda economía. Por eso, desde la Huerta del Tera siguen apostando por su peculiar método de trabajo consistente en sumar a todo tipo de agricultor, sin poner el acento en el volumen de kilos de pimientos. Isabel Ruiz Mateos, sin desdeñar la sabiduría del cultivador de más edad, estima la valía del cultivador joven del que refiere una mayor receptividad a los nuevos métodos de trabajo en la agricultura y la dinámica de trabajo que se impone desde la IGP.
Cuando se descarga el último camión comienza la siguiente campaña
En esta época de balance, cuando se descarga el último camión de pimientos, comienza ya la siguiente campaña, resalta Ruiz Mateos apuntando a que es ahora cuando hay que decidir mejor la variedad a plantar por la adaptación al suelo y, por supuesto, es ahora cuando los «productores de alimentos», como le gusta decir, reciben formación. En este año, desde la Huerta del Tera se van a centrar en la formación de los cuadernos de campo, cómo llevar un cuaderno de campo de explotación.
La zona de cultivo de pimientos se restringe principalmente a Micereces de Tera y Aguilar de Tera, pero se viene extendiendo cada vez más a otras zonas, incluso se prueba en la nueva de regadío de Tábara para «luchar» contra esas adversidades climatológicas como sería el pedrisco cuando se centra en un área concreta y poder disponer del producto en una zona más amplia como defensa de la seña de identidad.
«Zamora, siempre ha sido la hermana tonta, la que no valía para nada y eso no es cierto. Tenemos productos extraordinarios y por eso hay que mimar a los agricultores, ayudarlos mucho, porque si un producto no es rentable, pues se deja de cultivar. Se trata de que la gente viva de su trabajo, porque si además de ser duro no es rentable, pues entonces se deja», sigue explicando.
No le duelen prendas a la presidenta de la Identificación Geográfica Protegida, de la IGP del pimiento morrón Fresno-Benavente, en señalar las dificultades por las que atraviesa el cultivo de este producto por esa reducida rentabilidad, ya que este año se habrán certificado 100.000 kilos del morrón y en cambio son 600.000 kilogramos los de la variedad lamuyo. A ello se añade que este tipo de cultivo es manual, necesita de mucha mano de obra, lo que supone elevados costes, ya que la inversión de entre 11.000 a 12.000 euros por hectárea, si no llega a recuperarse es difícil de sobrellevar. La burocracia excesiva y la poca flexibilidad tampoco vienen a ayudar a sumarse al carro. Y, por ende, el cobro de las ayudas que es demasiado lento. «Yo sé de chicos que se han incorporado a la agricultura y que tardan 4 ó 5 años en cobrar las ayudas. Esto no es de recibo porque las letras hay que seguirlas pagando».
Sin embaro, Isabel Ruiz Mateos elogia el excelente producto de la huerta de los Valles como parte fundamental y a diario en la cocina. «Es una delicatessen, por eso es mi lucha de que esta seña de identidad no se pierda», concluye la gerente de la Huerta del Tera y presidenta de la IGP, no sin antes expresar su agradecimiento al equipo que tiene detrás de ella.
La entrevista completa podrá seguirse en Benavente Digital y Televisión Benavente próximamente.
