DEPORTES

El Atlético Benavente se jugará el ascenso en Antequera

Al Atlético Benavente le quedan cuarenta minutos de temporada. Cuarenta minutos en los que necesita tirar de heroica una última vez. Y es que los pupilos de Chema Sánchez tendrán que ganar al favorito en su casa, tras el empate a 2 conseguido en el partido ante el UMA Antequera en el pabellón de La Rosaleda en el duelo de ida de la eliminatoria final por el ascenso.

Desde dos horas y media antes del duelo los aledaños del pabellón benaventano estaban a reventar. La afición del Atlético Benavente es la más caliente del grupo y no defraudó. Desde la previa y hasta después de acabado el partido no paró de animar a su equipo. Todo el mundo sabía que además de ser el último choque de la temporada en casa era una contienda histórica para la comarca y el deporte provincial en general.

Los locales supieron gestionar bien la excitación inicial que siempre desprenden estos duelos trascendentales. Pero UMA Antequera se adelantó demasiado pronto. A los dos minutos, un saque de banda que voló de un costado al otro, hacia el lado débil, terminó en una triangulación perfecta y un remate de Óscar desde la frontal del área que acabó en el fondo de las mallas.

Ese gol no cambió el guion de partido de Chema Sánchez. El técnico, que otro año más ha configurado un equipo de autor, daba refresco a sus jugadores cada tres minutos para que la intensidad no bajase. Los benaventanos supieron diferenciar agresividad e intensidad defensiva con la sobreexcitación mal entendida que a veces se da en estos partidos y gestionaron perfectamente las faltas en el primer periodo.

Los minutos pasaban, el duelo era tenso por lo que ambos se jugaban y las jugadas de peligro que concedían ambos equipos eran a cuentagotas. Las dos más claras del primer acto para el Atlético Benavente llegaron en las zapatillas de Dilín y en la cabeza de Charlie. El primero se encontró con el meta en un mano a mano en el corazón del área y el segundo se topó con el palo en un remate de cabeza, a escasos centímetros de la línea de gol.

UMA Antequera no estaba cómodo, se veía fuera de punto, aunque Dani Simón tuvo que hacerse enorme bajo palos en sendos mano a mano generados por pérdidas de la defensa local. Ya desde la primera parte, el arbitraje desquició a La Rosaleda con un reparto desequilibrado de amarillas, siempre cayendo para el bando local, y con acciones que sin ser relevantes en el juego desquiciaban a la parroquia local.

La última jugada de la primera parte acabó en gol para los benaventanos en una contra vertiginosa, pero la bocina había sonado un segundo ante y el gol, pese a celebrarse por parte de la afición, no subió al marcador.

El descanso sentó mejor a UMA Antequera. El conjunto andaluz salió como un torbellino. A los treinta segundos Óscar había hecho el 2-0. Al minuto, Burrito estuvo a punto de marcar en un disparo raso. Y al minuto y medio Aitor frenaba un disparo sin portero que era gol. Pero Benavente nunca se rinde y cuando los pupilos de Chema Sánchez parecían estar en la lona, el máximo artillero del equipo, Pablo Ibarra, convertía un libre indirecto desde la frontal.

Estallaba La Rosaleda con ese 1-2 y daba paso a un tramo frenético. Quedaban diecisiete minutos de encuentro y todo el choque de vuelta, pero fueron minutos que ambos planteles jugaron a tumba abierta, sin hacer prisioneros. Fútbol sala en estado puro con La Rosaleda generando un ambiente indescriptible.

El Atlético Benavente había logrado cambiar la sensación de partido ante el vigente campeón de Copa y gran favorito al ascenso en la eliminatoria. La Rosaleda cantaba el ‘sí se puede’ no sólo como un lema manido sino por la creencia real de que era posible alcanzar el empate. Antequera trataba de reaccionar pero se encontraba con un Dani Simón excelso que cercenaba cada ocasión de los visitantes.

A ocho y medio para el final, Chema Sánchez arriesgaba y empezaba a jugar en superioridad con Sergio Simón de portero jugador. No generó en exceso el Atlético Benavente jugando de cinco pero el duelo estaba en un pañuelo y la locura se desató en La Rosaleda a falta de cuatro minutos con un tanto de Dilín. En una acción similar a la que falló en la primera parte, esta vez el ‘2’ no falló y firmó el empate.

La Rosaleda estallaba y era el sexto jugador. Los pupilos de Chema Sánchez no se conformaban con el empate y se lanzaban a por el gol del triunfo. Incluso lo volvió a probar de cinco el Atlético Benavente. A falta de dos y medio para el final, y para contrarrestar el efecto Rosaleda, el banquillo visitante decidía sacar también portero jugador para frenar el torrente en que se había convertido la escuadra blanquiazul.

Fueron dos últimos minutos de infarto en los que el arquero visitante sacó sobre la línea un remate de Charlie tras una jugada brillante de portero jugador. También Dani Simón respondió segundos después repeliendo un disparo exterior. Pero el marcador ya no se movería y el duelo finalizaba con ese empate a dos que deja todo abierto para la vuelta y con la hinchada de La Rosaleda con una idea clara: ‘Sí se puede’.

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