COMARCA

Depuración gansa y ríos muertos

Artículo de opinión: José Ventura Aporta Barrios, escritor y promotor de la Plataforma «Ríos de Vida».

En la provincia española más rica en agua –Zamora– campa la pereza institucional. Los ríos, uno tras otro, a nosotros se nos mueren cuando el agua dulce en este s. XXI ha empezado a cotizar en bolsa, y se convierte en un bien geoestratégico de importancia capital para la humanidad, cuyo acceso a la potable, en ciertas zonas, ya es motivo de conflicto. Bien se puede decir que ignoramos (y despreciamos) lo que tenemos de valioso.

Llevamos 40 años de insólita desidia vertiendo aguas sucias a los ríos. Justo el tiempo en el que en el medio rural se metieron las aguas limpias a los domicilios. No se pensó entonces qué hacer con las residuales sucias y hoy seguimos en las mismas. Pero, para dar a creer que hacemos algo al respecto, nuestros acendrados paquetes institucionales más próximos: Junta y Diputación, pergeñan planes absurdos con dotación presupuestaria mal orientada: Municipios de entre 500-2.000 habitantes equivalentes tendrán unas gravosas ‘depuradorcitas’ de “chicha y nabo”, o bosta de vaca (para entendernos) que no solucionan nada, dejando el problema de partida intacto. De nada sirve que cuatro o cinco municipios en un par de valles “depuren” de aquella manera sus aguas residuales, hipotecando durante 25 años esos pocos ayuntamientos, si el resto de los municipios más pequeños –que también contaminan las aguas– más arriba y más abajo en el mismo valle, siguen vertiendo sin control a los ríos.

Los ríos necesitan para ver recuperada la pureza original de sus aguas y que a ellas vuelva la vida, la riqueza y los atractivos perdidos, un plan integral que erradique de punta a cabo los vertidos. Todos los vertidos de aguas residuales que producimos pueblo a pueblo, desde las cabeceras de nuestros valles, hasta su confluencia final. Y allí, depurar, reciclar y reutilizar esas aguas por la virtuosa acción de plantas EDAR como Dios manda. Es decir: un plan ambicioso en concordancia con la normativa europea. Entonces, ¿cuál es la inane pereza que nos esclaviza cuando Europa en su política marco del agua financia el 50% de esas infraestructuras? (que ya de por sí crean riqueza en su mera realización). Y queda el otro 50% restante para que lo financie el Gobierno de España a través de sus ministerios de Fomento y Miteco, más, la Junta y la Diputación –ahora sí–; pudiendo dejar de esta manera exentos de esa carga a los pueblos si, de verdad, las Diputaciones Provinciales sirven para algo más que no sea agotar sus dotaciones presupuestarias anuales en gansadas de ese otro género: 500-2.000 h. equivalentes y la casa de todos por barrer.

El problema de los ríos de Zamora no es sólo un problema zamorano, también lo es leonés (y nacional, no se olvide), ya que los ríos de la franja norte provincial son también ríos leoneses; por lo que, la Diputación de nuestros vecinos del norte también debe implicarse en este proyecto.

Y tendrá que ser así el día en el que se quieran hacer las cosas bien, agarrando el toro por los cuernos para enfrentar, por fin, el problema en su dimensión real. Mientras tanto, las gansadas ocurrentes no pasarán de ser lo que son: gansadas. Si así les vale a ellos (o a los conformistas, que también los hay entre la población), tal vez sean ellos los que no nos valen a nosotros para dejar tranquilos, en sus manos, la dirección de las comarcas, e incluso la región; ya que éste es un problema que exceda el ámbito regional. Y entre tanto España sigue pagando multas por las condiciones de los ríos, los vertidos, y la deficiente depuración.

Nos preocupa la despoblación, decimos. Pero no queremos ver cómo de inhóspito y desprovisto de atractivos prácticos hemos vuelto el medio: sin Internet de banda ancha; sin recepción radioeléctrica de calidad; grandes deficiencias en la señal de telefonía móvil; con una recepción de señal de tv bajo mínimos y amplias zonas de ‘sombra’; sin un hospital de zona para los Valles de Benavente, La Cabrera, Sanabria y sur provincial de León; con los ríos muertos, algunos, y en vías de tal el resto. ¿Y aún nos quejamos –cruzados de brazos– de la despoblación con este feo y atrasado panorama? Esta es la elocuente radiografía de un doble fracaso político que dura 40 años: el del Gobierno regional y el de la increíble por inverosímil oposición. Fracaso doble en el que ambos siguen tozudamente enfrascados alimentando las peleas de sus respectivas banderías, mientras dejan desmoronarse las oportunidades de mejora y progreso a su alrededor. ¿Que vamos a hacer depuradorcitas? No me digan nada más.

José Ventura Aporta en una de sus intervenciones en la comarca

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