COMARCA

Pregoneros de tinieblas en la Semana Santa

Una variada colección de carracas y matracas se muestra en el museo de la iglesia de Santa Marta de Tera

Los sonidos de las carracas y matracas ya no se oyen por Semana Santa, ya no sirven de heraldos de los oficios semanasanteros, de pregoneros de tinieblas. Y no es por culpa de la pandemia, no. Todo lo contrario, es porque ya no se utilizan estos instrumentos sonoros por las calles y plazas de los pueblos, ni siquiera en las iglesias. Han quedado arrinconados en el desván o, lo que es peor, en muchos casos, han servido para alimentar las hogueras. Ya forman parte de la historia.

No obstante, en el museo parroquial y del camino jacobeo en Santa Marta de Tera estos instrumentos de madera son ya una seña de identidad formando parte de la rica colección de piezas del recinto museístico en el antiguo palacio de los obispos de Astorga. Sus sonidos silentes cobran vida al contemplarlos el visitante, al evocar la finalidad para la que fueron manufacturados, la de convocar a la feligresía a las celebraciones litúrgicas en tiempos de Pasión. En estos días, las campanas se silencian y sus tañidos eran sustituidos por los ruidosos artilugios que lograban sellar protagonismo al músico portador.

Instrumentos de madera expuestos en el museo

Reliquias vivas tras hacerse oir en calles y plazas

Estos instrumentos que hasta hace años eran los verdaderos heraldos, los pregoneros de los oficios religiosos, se han convertido en reliquias vivas tras hacerse oir en las calles y en las iglesias, sobre todo en este último caso en el acto de la Consagración del Jueves Santo, como paso previo al traslado del Santísimo al Monumento. Eran instrumentos utilizados en el Oficio de Tinieblas que comenzaron a caer en desuso a raíz del Concilio Vaticano II, a mediados de la década de los sesenta del siglo XX, cuando el acto de teatralidad dejó en abandono los instrumentos musicales idiófonos más señeros, tanto de las carracas como de las matracas.

Las piezas llenas de historia escrita en madera forman parte de una rica colección de instrumentos sonoros de la parroquia de Santa Marta de Tera, algunos de ellos han sido recuperados por la zona y otros reproducidos fielmente por un maestro artesano. La muestra de carracas y de matracas se hace didáctica en el espacio museístico.

Para evocaciones y contemplaciones visuales se muestran carracas (del sonido onomatopéyico «carr»), de manivela o de bandera, también instrumentos idiófonos que presentan forma de aspa o de cruz. Así como las matracas (del árabe «mitraq», martillo). Matracas compuestas o denominadas de cajón, donde el vaivén de la mano fuerza el sonido en el interior; de tabla, a la que en ambas caras se les han  incorporado herraduras para que al girar el tablero se provoque el golpeo o martillazo de los metales sobre la madera. También hay matracas de uno o más martillos golpeando sobre la tabla que los sujeta. Incluso, la relación expositiva muestra una matraca de palma,  la compuesta por dos tableros. Esta es la rica y variada muestra expositiva de instrumentos con vida propia, idiófonos (del vocablo griego «idios» que quiere decir propio y «fono», sonido).

Los sonidos de las carracas y matracas de tierras leonesas y extremeñas, de la Vía de la Plata, del camino jacobeo, venían a sustituir al luto de las campanas durante estas jornadas de Semana Santa. El tañido del bronce era silenciado por estos sonidos en madera con evocaciones ancestrales, de los sonidos de tinieblas.

Un vecino de Santa Marta de Tera con una carraca a las puertas del museo, del antiguo palacio de los obispos de Astorga
Estos dos niños intentan hacer sonar una carraca y una matraca

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