La ladera del montículo de la Veguilla en San Pedro de la Viña, donde los rayos de sol se proyectan mañaneros, ha sido el lugar elegido desde hace años por Santos Ferrero Uña para cultivar sus productos ecológicos que desde las mismas plantas se almacenan ordenadamente en la caseta o «el pajar», y en la bodega, como si se tratase de un santuario de la fruta. El santuario más ecológico porque no han precisado de tratamiento alguno. Esta es la marca de la casa de este artesano de la fruta en «el rancho de don Santos», uno de los enclaves naturales del grupo de frutas Trefacio, la huerta de la suegra y la bodega de la abuela, donde se elabora el vino de la manera más tradicional. El mimo de este frutero procura que los tratamientos sean los mínimos, únicamente los necesarios, y elaborados como la secreta pócima del druida a base de hierbas del monte.
«De lo bueno, lo mejor», así presume Santos de sus productos incardinados en la Veguilla, un declive de terreno barrizo al que este cultivador le procura un lecho de paja para resguardar la humedad y evitar que surjan enfermedades, como él mismo explica. Ya va siendo hora de la recolección de la uva, de esos hermosos racimos de variedades como Juan el Herrero, redondal, moscatel, entre otras.
Es tal la sostenibilidad, la crianza del producto, que eso llega a traducirse en el calibre de las piezas de fruta y, sobre todo, en su olor y sabor característicos. Por ello, Santos Ferrero, sostiene que las cámaras frigoríficas no son el lugar más apropiado para conservar la fruta y por ello lo hace en la caseta, «el pajar» y en la bodega. Es en este recinto excavado bajo el suelo donde se elabora el caldo, y sus callejones y lagares centenarios se erigen en almacenes rodeados del sabor de la tierra constituyendo un espacio favorecedor de encuentros familiares y de amigos.
El calendario señala ya en rojo las fechas en las que Santos realizará la vendimia, y lo hará a mediados de este mes de octubre, porque quiere la mejor madurez del fruto aprovechando este veranillo de San Miguel que procura el dorado del hollejo y la mayor dulzura del mosto. De la cepa a una caseta, un recinto cubierto que este cultivador llama «el pajar» donde reposan los mejores racimos junto a distintas variedades de manzanas porque en esta plantación ecológica no se producen únicamente racimos de uvas, sino también manzanas y peras y otros productos de la huerta.
Si algo define a este cultivador de San Pedro de la Viña es su sello característico como es poder ofrecer el mejor producto, ecológico y de calidad. No en vano, con la marca Trefacio sus productos reciben los mayores elogios en los mercados de El Puente de Sanabria o en Pombriego, a lomos de la tierra de la Cabrera y el Bierzo, así como en otros muchos puntos y, de manera especial, en la propia explotación donde llegan familias y escolares a recoger con sus propias manos la fruta deseada.
Fotos: M.A.C.
El vídeo de la entrevista se publica próximamente
